La deslumbrante celebración del 4 de julio en EU ofrece un espejo a los europeos. En este día, hace 238 años, los padres de la patria rechazaron al viejo mundo a la vez que le dieron vida a su Ilustración. Durante más de dos siglos EU ha servido como el faro de Europa, como su salvador (dos veces) y como el garante de su libertad. El nuevo mundo rescató al viejo y luego se unió con él en colaboración. No hay posiblemente nada en la historia que rivalice el éxito de la alianza transatlántica.
Sin embargo parece que sus mejores días quedaron atrás. Lo que inició con un estallido – el fin de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la guerra fría – amenaza con morir en un suspiro. Hoy, EU y Europa están unidos más que nada en su deriva. En teoría, la OTAN sigue siendo la alianza militar más formidable del mundo. En la práctica, es una tienda de palabras donde el gigante que la domina está demasiado cansado para liderar. Al fallar en su misión de Afganistán, la OTAN está en modo de recuperación de energía, a pesar de la amenaza del lobo ruso.
La Unión Europea está aún más atrofiada que la OTAN. Habiendo pasado las peores épocas económicas en una generación, los ciudadanos de Europa en mayo le dieron la espalda a su proyecto común. Desde Francia hasta el Reino Unido, han prevalecido las voces antieuropeas. Si la respuesta a esta crisis de liderazgo europeo es Jean-Claude Juncker, nos debemos de preocupar. Es difícil imaginar al Sr. Juncker dirigiendo la carga para revivir las ligas transatlánticas.
No hay un simple episodio que explique esta deriva. Tiene muchas partes. La culpa se puede compartir en ambos lados del Atlántico. Henry Kissinger se preguntaba a quién llamar cuando hay que llamar a Europa. La respuesta ha sido obvia por años, Angela Merkel, la canciller pro EU de Alemania. El día de hoy los alemanes preguntarían qué teléfono quieren interceptar los estadounidenses.
El viernes pasado – 4 de julio para colmo – Berlín mandó llamar al embajador de EU en Alemania para llamarle la atención acerca de la última revelación de espionaje (un oficial de inteligencia alemana ha estado aparentemente vendiendo secretos a la Agencia Central de Inteligencia). La semana anterior el gobierno alemán terminó su contrato con Verizon, la compañía telefónica de EU, preocupado de que podría pasar información a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA). Detrás de todo esto hay un profundo resentimiento alemán – al que Washington no le ha dado suficiente importancia – acerca del alcance de la NSA.
Esto incluye la revelación que los estadounidenses habían estado espiando a la Sra. Merkel por años. En Washington Edward Snowden es considerado un traidor. En Alemania es casi un héroe. De cualquier modo, no sirve saber qué número marcar si el recipiente sigue colgando el teléfono.
A las otras grandes potencias europeas – Francia y el Reino Unido – no vale la pena hablarles. David Cameron está demasiado preocupado en mantener a Inglaterra intacta y dentro de la UE. Y François Hollande es el más débil presidente de la historia moderna de Francia. Nada de esto es culpa del presidente Barack Obama. Si Europa decide elegir – y colocar – líderes de nivel bajo para dirigirla, Washington no lo puede objetar. Sin embargo el Sr. Obama es también parte del problema. Hubo un tiempo en que la palabra de EU tenía un gran peso en Europa. El mes pasado, Radoslaw Sikorski, el ministro exterior de Polonia, el cual es pro Atlántico, describió la alianza EU-Polonia como "inútil". Ya ha pedido disculpas por esos comentarios filtrados. Pero sólo estaba dando voz a un sentimiento común en Europa.
Sin el liderazgo de EU, la alianza transatlántica no regresará a la vida. A su favor, el Sr. Obama ayudó el año pasado a lanzar la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI) – el mayor proyecto común entre los dos continentes. En un momento en que EU están girando hacia Asia, el trato podría ser un modelo de cómo los países deberían comerciar y negociar. Además, delinearía la unidad estratégica de Occidente. Hoy, la ATCI amenaza en convertirse en la muestra de los pocos acuerdos que tienen en común los dos continentes. El Sr. Obama se ve desinteresado en cerrar el trato, con una negociación por la vía rápida con el Congreso y vendiendo el trato al público de EU.
En Europa, el entusiasmo inicial se ha visto reemplazado con un apetito negativo para encontrar puntos de diferencia, así sea privacidad de datos, regulaciones financieras o estándares alimenticios. En Alemania, el cambio se debe al escándalo de la NSA. En Francia, es la percibida arrogancia extraterritorial de EU. La semana pasada, las agencias reguladoras de EEUU multaron a BNP Paribas, el banco más fuerte francés, el equivalente de un año de utilidades – casi 9 mil millones de dólares. El banco había coludido para dar la vuelta a las sanciones contra Sudan, Cuba y otros. Otros blancos europeos de estas penalizaciones, como Barclays, Standard Chartered y HSBC, también fueron culpables. Pero todo ha incrementado la percepción de que EU está dispuesto a atacar bancos extranjeros.
Por si solas, estas fricciones – el declive de los presupuestos militares en Europa, la percepción de arrogancia por parte de EU, las conversaciones de comercio empantanadas y la falta de unión sobre la situación en Ucrania – son relativamente modestas. Juntas aumentan la atrofia transatlántica. Las amistades se deben de mantener. Occidente necesita más que valores comunes para mantenerse unido. Necesita liderazgo. En este momento crítico de su historia, cuando el resto de los países están alcanzando rápidamente a Occidente, es difícil ver de dónde va a surgir.
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