Cuando Robert Rubin renunció como co-director ejecutivo de Goldman Sachs para unirse a la Casa Blanca de Bill Clinton en 1993, él descubrió "una especie de melé de rugby para acercarse al presidente" en la Oficina Oval. Rubin se sentaba a una discreta distancia: "Siempre me ha gustado estar lejos del centro", escribió en su autobiografía.
Gary Cohn, quien ha hecho lo mismo al salirse de Goldman para convertirse en director del Consejo Económico Nacional de Donald Trump (NEC, por sus siglas en inglés), no tiene tal reserva. Él estuvo al lado de Trump cuando el presidente declaró su determinación de recortar las regulaciones financieras y de estimular más préstamos por parte de los bancos.
Al mercado de valores le encantó la promesa de abandonar la "regulación excesiva" de la Ley Dodd-Frank. En caso de que el mensaje no estuviera claro, Cohn se opuso a la sugerencia de María Bartiromo, la presentadora de Fox Business, de que estaba dirigida principalmente a los bancos pequeños. "María, estoy diciendo que todos los bancos han estado encadenados por estas reglas. Los grandes bancos, los pequeños bancos, los bancos de tamaño mediano".
Las acciones de Goldman han subido en un 37 por ciento desde la elección de Trump, alcanzando un récord alto esta semana. Los inversores esperan que Goldman y otros bancos produzcan miles de millones de dólares en capital para los accionistas después de la reversión; Morgan Stanley estima que Goldman tiene 14 mil millones de dólares en "exceso de capital". Pero Cohn no ha hecho nada a favor de la reputación de Goldman.
Existe una larga tradición de que los ejecutivos de Goldman se trasladen al gobierno después de ganar sus fortunas. Steven Mnuchin, un exsocio de Goldman, se convirtió en el secretario del Tesoro de EU esta semana, uniéndose a 'exalumnos' como Rubin y como Hank Paulson. No en vano a veces al banco de inversión se le conoce como "Gobierno Sachs".
Se supone que el principio es que estos individuos son lo suficientemente ricos como para dejar a un lado los bienes terrenales y dedicarse al servicio público. La idea no es que ellos pasen de ganar dinero a facilitarle a Goldman que gane dinero. No es así como debiera funcionar, ni cómo debiera verse.
Yo espero que Trump conserve a Cohn, ya que es una de las figuras menos amenazantes de la administración. Él es un pragmático partidario de la globalización que pudiera moderar la inclinación del presidente hacia el proteccionismo y hacia el conflicto. Yo lo escogería sin pensarlo dos veces en lugar de Steve Bannon, el 'graduado' de Goldman que es ahora el principal estratega y provocador del presidente.
Cohn cree en la reforma legislativa, y fue la figura económica más importante antes de la confirmación de Mnuchin (aunque eso sólo refuerza la presencia de Goldman). Su pecado es la falta de tacto, no la corrupción: a diferencia de Rubin, Cohn es incansable, impaciente y más feliz estando al frente.
Esto demuestra, sin embargo, lo difícil que se le está volviendo a Goldman estar tanto del lado de Wall Street como del lado de la Casa Blanca. Cuando Rubin pasó por la Casa Blanca, pocas personas ajenas a las finanzas habían oído hablar del banco, y esto le permitió pasar desapercibido. Su primera tarea como director del NEC fue persuadir al presidente Clinton para que redujera el déficit fiscal, no para que frenara la regulación financiera.
Cohn se está volviendo incómodo para Goldman. Es útil tener ex ejecutivos en los gobiernos y en los bancos centrales del mundo, al igual que lo es la perspectiva de tener unas regulaciones más flexibles. Pero ser visible en el timón es vergonzoso, particularmente cuando es claro que el poder ejecutivo está siendo utilizado para el beneficio de Wall Street.
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