Cuando Paul Weldon, un carpintero de profesión, visita clientes, se transporta a otro mundo – a uno que resplandece con la riqueza. "Es de no creerse", declara.
Este carpintero de 50 años de edad diseña e instala habitaciones del pánico – lugares para esconderse de los intrusos o secuestradores hasta que las fuerzas de seguridad o la policía lleguen – en las casas de familias adineradas. Durante un viaje para visitar a un cliente en un "país pobre" (la discreción es todo en su profesión), se sorprendió de la disparidad entre la flota de vehículos Rolls-Royce blancos en el interior del perímetro de la propiedad privada y la magnitud de la pobreza en el exterior.
Las habitaciones del pánico son un nicho de mercado que – de acuerdo con los involucrados en la industria – está en alza, impulsado por las preocupaciones relacionadas con terrorismo, ataques, robos y secuestros de las familias de los financieros, ejecutivos de alto nivel, empresarios y celebridades. Se conjetura que el caricaturista danés Kurt Westergaard, quien dibujó al profeta Mahoma en el año 2005, se salvó de un hombre blandiendo un hacha en 2010 al escapar a una habitación fortificada.
En general, existen dos tipos de habitaciones seguras. Las más comunes están diseñadas para proteger contra intrusos o secuestradores, y pudieran ser cualquier recinto, desde un armario, baño o dormitorio fortificados, hasta una habitación designada para este propósito.
Luego están los "búnkeres", que son menos comunes, equipados para hacer frente a los desastres naturales o a los ataques terroristas, y que pueden incluir sistemas de infiltración de aire. La prioridad reside en el poder comunicarse con la policía y posiblemente con una compañía de protección de seguridad privada.
Thomas Gaffney, fundador de Gaffco Ballistics – una compañía con sede en Nueva York que se especializa en diseñar exclusivos cuartos seguros residenciales y corporativos – declaró que el sector de la seguridad ha evolucionado durante las últimas décadas.
Después de partir de Irlanda con rumbo a Nueva York hace 27 años en busca de trabajo, Gaffney comenzó agregando protección a los "bancos de los pobres" – las agencias de cambio de cheques – en áreas como Harlem y el Sur del Bronx. "No había bancos en esas áreas y los trabajadores necesitaban mucha protección. El 'crack' abundaba. Nosotros fortalecimos los puestos de los cajeros utilizando acero y vidrio balístico, creando básicamente una jaula".
Después se dedicó a incorporar componentes de seguridad, tales como vidrio antibalas y equipos de comunicaciones, en sucursales bancarias en la ciudad de Nueva York. A raíz de los ataques terroristas del 9/11, las empresas le pidieron que instalara habitaciones del pánico en sus sedes corporativas. Esto resultó en solicitudes por parte de particulares para que lo hiciera en sus hogares.
El año pasado, él instaló 26 habitaciones del pánico en residencias privadas, y este año se espera que ese número llegue a 30. Hace siete años, el 30 por ciento de su trabajo era residencial; ahora representa el 70 por ciento, declaró.
El trabajo lo lleva a viajar alrededor del mundo, contratado por los ricos que temen ataques contra sus familias y sus propiedades. El año pasado él instaló cuatro habitaciones seguras en Nigeria, una en Arabia Saudita y una en Londres. Sin embargo, la mayor parte del trabajo se lleva a cabo en Nueva York, y también en los Hamptons, una región cercana de 'segundas viviendas'.
Christopher Falkenberg, un ex abogado y agente del servicio secreto de EEUU, es el fundador de la compañía Insite Security con sede en Nueva York, la cual se especializa en la seguridad personal de los individuos ricos y de los ejecutivos de empresas multinacionales. El año pasado, su compañía experimentó un aumento del 40 por ciento en la demanda de trabajo relacionado con las habitaciones del pánico. Él aseguró que, en parte, esto es un reflejo de la brecha entre los ricos y los pobres. "Los temores de la desigualdad han aumentado la preocupación entre la gente de Wall Street y la involucrada en los fondos de cobertura. La desigualdad representa un problema".
Gaffney se opone a la idea de que los "ricos" tienen miedo de ser atacados por los "pobres". En cambio, "se trata del factor "por si acaso".
Las habitaciones del pánico de Gaffco cuestan entre 150,000 y 600,000 dólares. "Si usted está gastando 30 millones de dólares en una residencia, entonces 200,000 dólares en una habitación segura no representa un montón de dinero", afirmó.
El propósito de una habitación del pánico es permitirles a los clientes ganar algún tiempo antes de que llegue la policía. La clave de un buen servicio, afirmó Falkenberg, es ofrecer habitaciones seguras como uno de los componentes de un paquete: "La seguridad es dinámica, no es un proceso estático". Ensayar escenarios y hacerles seguimiento a las cambiantes necesidades de un cliente deben ser parte del servicio, declaró.
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Financial Times