Donald Trump, cuyas iniciativas de política económica, en su gran mayoría, han logrado poco o nada, tomó una de las decisiones más importantes de su presidencia.
El mejor resultado, como ha argumentado el Financial Times, habría sido la renovación del mandato de Janet Yellen, quien ha sido presidenta de la Reserva Federal desde 2014, después de unirse a la junta de gobernadores en 2010.
Justamente, Yellen ha continuado el planteamiento de su predecesor, Ben Bernanke, de estar dispuestos a utilizar medios poco ortodoxos para estimular la economía. La política de la Reserva Federal de retirar ese estímulo es más discutible, pero al menos la medida ha sido gradual hasta la fecha. Puesto que parece representar la continuidad del enfoque, Powell era la segunda mejor opción entre los candidatos entrevistados por Trump.
Tiene dos desventajas. Ha defendido la desregulación financiera, revirtiendo parte de las restricciones impuestas a las conductas arriesgadas después de la crisis mundial. Junto con las opiniones de Randal Quarles, vicepresidente de supervisión bancaria, parece probable que la Reserva Federal apoye la adopción de normas más laxas para las instituciones financieras. Sin embargo, las opiniones de Powell sobre el tema son relativamente matizadas y moderadas. Tiene una amplia experiencia en los mercados financieros y es considerado como una persona pragmática y no un desregulador ideológico.
En segundo lugar, el probable nuevo presidente es más abogado que economista, y como tal sus juicios sobre la economía siempre estarán sujetos a cuestionamiento. El anterior presidente que no era economista fue William Miller, nombrado por el presidente Jimmy Carter en 1978.
Miller, quien sólo duró poco más de un año, fue un desastre, pues se negó a endurecer la política monetaria ante la elevada inflación.
No es probable que Powell sea otro Miller. En primer lugar, ha apoyado firmemente la estrategia de la Reserva Federal de los últimos años: sería una sorpresa si de pronto tomara un rumbo radical de línea dura. En segundo lugar, el comité de mercado abierto de la Reserva Federal se ha vuelto mucho más abierto bajo Yellen y Bernanke, más dispuesto a tolerar la disensión que durante el mandato del predecesor de Bernanke, Alan Greenspan.
En consecuencia, la posibilidad de que Powell imponga sus propios puntos de vista es limitada. En otra institución poderosa en Washington, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, ha superado el inconveniente de ser abogada. Ha compensado su propia falta de conocimientos al consultar ampliamente con los economistas del fondo.
Ahora el reto es que Powell mantenga la actual línea sensata de que la Reserva Federal debería apartarse, sólo de forma gradual, de las extraordinarias medidas monetarias que tanto han hecho para apoyar la economía estadounidense durante los últimos 10 años.****/
Sin embargo, con un abogado como presidente, la composición del resto de la junta de la Reserva Federal se vuelve excepcionalmente importante. Trump rodea a Powell con gobernadores de línea dura, puede ser más difícil para él abogar en favor de una política monetaria fácil.
En este contexto, sería inteligente que Yellen continuara como gobernadora, incluso cuando su período como presidenta llegue a su fin en febrero del próximo año. Ella tiene derecho a conservar su asiento en la junta hasta 2024. Esto sería inusual, pero no sin precedentes. Si la economía de EU enfrenta otra crisis y vuelve a surgir la necesidad de medidas extraordinarias, como un nuevo programa de flexibilización cuantitativa, su experiencia y análisis serían muy valiosos.
Trump ha tomado una decisión razonable, aunque no óptima.
Ahora el reto es que Powell mantenga la actual línea sensata de que la Reserva Federal debería apartarse, sólo de forma gradual, de las extraordinarias medidas monetarias que tanto han hecho para apoyar la economía estadounidense durante los últimos 10 años.
Financial Times