Si sucede lo peor, hay consuelo: éste es el mejor momento de la historia para contraer cáncer. Uno tiene mejor oportunidad que nunca antes de curarse o de vivir una vida más larga después de tratamientos menos desagradables. Hay un posible efecto secundario que considerar, sin embargo: la ruina financiera.
Un flujo de noticias médicas alentadoras surgió esta semana de la reunión anual de los investigadores y médicos de oncología de EU: no sólo existe una nueva generación de fármacos que funcionan, también están atacando a una amplia gama de tumores. La inmunoterapia – la utilización del sistema inmunológico del cuerpo para destruir el cáncer – está mostrando mejorar la esperanza de vida de muchos pacientes.
El problema es el alto precio de los medicamentos, como Opdivo de Bristol-Myers Squibb y Keytruda de Merck, cada uno de los cuales cuesta 150,000 dólares por un ciclo completo de tratamiento en EU. Incluso si un paciente califica para Medicare – el sistema de salud de EU para los mayores de 65 años – podría tener que pagar 30,000 en copagos por algunos meses extras de vida. Algunos medicamentos funcionan mejor juntos, multiplicando el costo.
Ha surgido una rebelión entre los médicos de oncología en EU, dirigidos por un pequeño grupo en el hospital Memorial Sloan Kettering en Nueva York. "El último paso del ciclo de innovación – la distribución de los medicamentos a los pacientes – está completamente roto", dice Peter Bach, director del centro para la política de salud del hospital, que se negó a recetar un medicamento contra el cáncer debido a su precio.
El Servicio Nacional de Salud del Reino Unido está tomando una postura más dura. El National Institute for Health and Care Excellence (NICE) ha rechazado olaparib, un tratamiento para el cáncer de ovario producido por AstraZeneca. El precio mensual del tratamiento de 4,200 libras (6,387 dólares) viola la reglamentación de NICE de que ningún fármaco debería costar más de 30,000 libras (45,636 dólares) por año adicional de vida de un paciente, ajustado por calidad.
Está claro que las empresas no pueden seguir aumentando los precios de los nuevos medicamentos, o los sistemas de salud se paralizarán ya que cada paciente con cáncer avanzado exige tratamiento. La ciencia es demasiado eficaz; medicamentos que supuestamente funcionarían sólo en tumores raros, manteniendo los costos bajos, están empezando a tener un impacto en las condiciones comunes.
Es mucho menos claro aún cómo se están fijando los precios en el primer lugar. Las compañías farmacéuticas tácitamente admiten que se están aprovechando de la demanda de consumo altamente inflexible, por lo que pueden subir los precios y las personas siguen comprando el producto, para tratar de recuperar lo más que se pueda los costos de investigación y desarrollo – y los miles de millones de dólares que pagan para comprar empresas biofarmacéuticas dueñas de una o dos medicinas magníficas. Los precios de los medicamentos para el cáncer son un gran ensayo poco científico.
Este mercado, si se puede llamar así, funciona de manera extraña. En lugar de que los precios disminuyan cuando se autoriza un nuevo fármaco, aumentan. Todo nuevo producto – incluso si es sólo poco mejor que los demás, e incluso si se prescribe sólo cuando otro no ha funcionado – es más caro. Un estudio realizado por el Dr. Bach y otros encontró que los precios de medicamentos contra el cáncer incrementaron un 12 por ciento anual entre 1995 y 2013.
Los pacientes y los médicos no ven a las medicinas nuevas como competidores, sino como adiciones a una batería de tratamientos para los enfermos de cáncer gravemente enfermos. Se le puede recetar a una persona tres fármacos, todos con precios elevados. La amenaza de muerte transforma su disposición a pagar altos precios. Si están asegurados, o el gobierno paga, no tienen ninguna razón para preocuparse.
Nadie, ni siquiera las empresas farmacéuticas, cree que esto es sostenible. Por lo tanto, ¿qué se debe hacer? Un remedio es que un monopsonio de compra limite el acceso de los pacientes a los medicamentos de alto costo para obligar a bajar los precios al convertirse en el mayor negociador en la habitación. Este enfoque es llevado a su extremo por NICE en el Reino Unido, y también opera en diversos grados en países fuera de EU.
No obstante, tiene sus defectos, especialmente si a uno se le niega el tratamiento porque se considera que el ajuste de calidad de su vida no justifica el costo. Tampoco ofrece una recompensa clara a una empresa que es realmente innovadora, en lugar de producir un avance marginal. Otros países se benefician de que los pacientes estadounidenses paguen los altos precios de los medicamentos, lo que les permite lograr un mejor trato.
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Financial Times