Uno de los más poderosos impulsores del crecimiento económico de esta década es el Internet de las cosas de uso industrial (IIoT), reflejado en el incremento de la productividad de la manufactura, de los servicios y en la Industria 4.0.
Se estima que para el 2020 habrá más de 40 mil millones de "cosas" conectadas directa o indirectamente a Internet de todas las cosas (IoE) (personas, procesos, productos, datos) o un poco más de cinco "cosas" por habitante de nuestro ya tan congestionado y poco resiliente planeta.
Se estima que para 2030, (según Accenture, 2015), la IIoT podría generar más de 15 millones de millones de dólares a 20 de las economías más grandes del planeta. Esto beneficiaria la calidad de vida de unos pocos, y a los monopolios ya muy concentrados en polos personalizados de desarrollo económico.
Las cifras son alentadoras para el crecimiento económico, mas no para la recuperación ambiental o para la reducción de la brecha socio-económica, principalmente de países en desarrollo.
Si a estas cifras astronómicas de "cosas" que hay que producir, controlar y desechar, le agregamos que ya vivimos en una economía bastante derrochadora, entonces estamos en serios problemas.
El 80 por ciento de los productos de consumo y sus materiales se obsoletizan y se tiran; en Europa -que se considera una sociedad muy consciente del medio ambiente-, la mitad de los materiales se usa en promedio una sola vez; los carros se utilizan sólo el 92 por ciento del tiempo; el 33 por ciento de los alimentos ya procesados se desechan y el 60 por ciento de las oficinas no se utiliza aun en horas de trabajo.
Si el crecimiento del uso de los recursos sigue la tendencia actual, en menos de 20 años el planeta estará demandando un 57 por ciento más acero; 32 por ciento más energía; 200 por ciento más tierras fértiles; 137 por ciento más agua limpia, y más cemento, que es responsable del 5 al 7 por ciento de las emisiones de CO2 del planeta.
Esta tendencia creciente económica y de población generará: enormes consumos de energía, incontrolable acumulación de basuras, gran escasez de recursos naturales, decrecimiento de empleos (especializados y genéricos) y el incremento de la brecha socio-económica mundial, principalmente en países en desarrollo.
En otras palabras, la revolución de la Industria 4.0 hay que tomarla con precaución y estar especialmente preparados a nivel regional.
A medida que se producen más "cosas" que se van a obsoletizar cada vez más rápido, se generará un creciente volumen de basura y residuos que no se pueden procesar y que causarán un gran daño ambiental, lo que también va generando una mayor brecha social, debido a la concentración de la riqueza en unos pocos y a la sustitución de empleos por algoritmos de Inteligencia Artificial y robots especializados.
Para los Estados Unidos el nobel P. Krugman expresa su preocupación, "si tenemos una revolución tecnológica tan avanzada ¿por qué la productividad crece a una tasa tan baja?"
Para que la IIoT, la IoE y la Industria 4.0 se tornen sustentables, se requieren construir condiciones especiales a nivel regional que promuevan:
- Políticas industriales para transformar el uso de energía renovable en toda la cadena de valor industrial sin fronteras;
- Procesos industriales cero-emisiones como una practica estándar en todas las empresas;
- Programas regionales de economía circular que revaloren las basuras y los residuos para generar una riqueza sustentable;
- La hiperconectividad compartida, confiable y segura de la IoE consciente con la resilencia del planeta;
- La creación de nuevas fuentes de empleos y potenciar los actuales;
- Y algo vital para la sobrevivencia, promover políticas, practicas y gobernanza para evitar la dependencia digital de personas, procesos e información, que puede llevar a un mundo controlado por unos pocos, con todo el poder para generar el caos y el desequilibrio para todos.
Sólo así se puede lograr una riqueza sustentable y compartida para el bien de todos.
El autor es profesor emérito del EGADE Business School.Su correo electrónico es cscheel@itesm.mx
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