El príncipe heredero más joven que se recuerde representa una revolución juvenil más amplia en Arabia Saudita.
La ascensión a heredero del trono del príncipe Mohammed bin Salman, de 31 años, que tuvo lugar esta semana, llamó la atención, pero algunos de sus primos y familiares cuyos padres ocuparon cargos fundamentales en las últimas décadas se instalaron como asesores en la corte real, fueron enviados a Estados Unidos y Europa como embajadores y nombrados en instituciones públicas en Riad.
Juntos, constituyen algunos de los millennials más poderosos del mundo, que controlan cada vez más un reino del Golfo Pérsico donde dos tercios de la población tienen menos de 35 años.
El desafío será vender la 'Visión 2030' del príncipe Mohammed, su hoja de ruta para una economía pospetrolera que exigirá trastornos sociales y sacrificios financieros que esta generación nunca vivió.
"Tener al mando a príncipes jóvenes que entiendan las necesidades de los jóvenes es el mensaje que se está transmitiendo", dijo Sanam Vakil, associate fellow del programa de Chatham House para Medio Oriente y el Norte de África.
Quizás los príncipes puedan hablar en el mismo idioma que la juventud y escuchar sus inquietudes para poder solucionarlas de forma más efectiva
Probablemente el príncipe Mohammed termine siendo uno de los reyes más jóvenes de su país y su reinado podría extenderse por medio siglo. Él se une a una serie de jóvenes más poderosos en otros países.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, tiene 39 años; Jared Kushner e Ivanka Trump, en Estados Unidos, tienen 36 y 35; y el nuevo primer ministro de Irlanda, Leo Varadkar, tiene 38. Después está el dictador norcoreano Kim Jong Un, del que se cree que tiene unos 33.
Podría decirse que Arabia Saudita está atravesando los cambios más importantes desde la fundación del reino en 1932.
El nuevo príncipe heredero busca romper con gran parte del contrato social que mantiene en el poder a la familia real para crear empleo y modernizar la economía.
Se trata de un intercambio de subsidios estatales por adherencia a una autocracia sostenida en una variante ultraconservadora del Islam.
Entre los nuevos nombramientos está el del príncipe Khalid bin Bandar, que irá a Alemania como embajador. Su padre, el príncipe Bandar bin Sultan, fue uno de los más poderosos enviados saudíes a Washington y luego dirigió la inteligencia. Otro es el del príncipe Abdullah, asesor de la corte real e hijo del príncipe Khalid, que fue viceministro de Defensa.
También está el nuevo ministro del Interior. Nacido en 1983, Abdulaziz bin Saud bin Nayef sucederá a su tío, el expríncipe heredero desplazado, que logró frenar a al-Qaeda en Arabia Saudita cuando estaba al frente del ministerio.
Con tantas caras jóvenes a cargo, el cambio en Arabia Saudita podría darse más rápido, pero también sin una deliberación cautelosa sobre los efectos en la sociedad, dijo Kristian Coates Ulrichsen, fellow sobre Medio Oriente del Baker Institute de la Rice University.
"Durante décadas, el rey Salman ha sido el que 'mantuvo' disciplinada a la familia y preservó sus secretos", dijo Ulrichsen.
"Si los archivos familiares no los toma alguien de estatura similar a la de Salman, existe el riesgo de que la disciplina dentro de los Al Saud comience a fragmentarse si el elemento aglutinante afloja".
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