Coordenadas

Caminando al borde del abismo

Hay varios factores que harán que los próximos meses tengan en vilo al país, como la renegociación del TLCAN y la postura de los grandes fondos internacionales, comenta Enrique Quintana.

La economía mexicana va a caminar pronto al borde del abismo.

Hay una combinación de circunstancias inusuales que harán que en los siguientes meses nos movamos en tierras movedizas.

Con un poquito de suerte y cordura, podemos sortear el riesgo.

Sin embargo, si los astros se alinean para perjudicarnos y las decisiones no son las mejores, el peligro es grande.

Para ponerle sustancia al argumento, comienzo con el tema del TLCAN.

Los canadienses, que son personajes bastante civilizados, decidieron hacer oídos sordos de los insultos que les propinó Trump y ahora están determinados a que los arranques del inestable presidente de Estados Unidos no vayan a hacer naufragar el TLCAN.

Es probable que hoy conversen la canciller de ese país, Chrystia Freeland, con el Representante Comercial de la Casa Blanca, Robert Lighthizer, para tratar de rescatar una negociación que parece irse a pique.

Todo indica que en este momento Trump no quiere abandonar el TLCAN, pues no le conviene electoralmente. Pero después de noviembre, nadie sabe.

Por lo pronto, el escenario más probable hoy es el de una negociación prolongada y un largo periodo de incertidumbre.

Agregue a este primer ámbito, el conjunto de dudas que los grandes inversionistas tienen respecto a un probable gobierno de AMLO.

Hay la posibilidad de que, tras las elecciones, y conocido ya el resultado, López Obrador aparezca más amigo de las economías de mercado.

Pero, también es posible que, si gana por un margen muy amplio, se sienta con el mandato necesario para hacer cambios radicales en el país, con el riesgo de generar trastornos financieros.

Y, entonces las dudas se multiplicarían.

Por si algo faltara, a los dos planos anteriores hay que referir que los grandes fondos internacionales se han vuelto más intolerantes respecto a lo que sucede en países emergentes como el nuestro.

Un caso que ejemplifica la circunstancia es el de Argentina.

En todo el segundo semestre del año pasado el peso argentino se depreció en poco más de 10 por ciento.

Sin embargo, a partir de finales de abril, las cosas cambiaron. Hubo un ataque en contra de la moneda argentina, y del pasado 26 de abril al día de ayer, en tan sólo mes y medio, la depreciación fue de casi 30 por ciento.

La razón fue la pérdida de confianza en el gobierno de Macri, que ya obligó a negociar un rescate de 50 mil millones de dólares con el FMI.

Esa intolerancia de los inversionistas internacionales podría aparecer en México. Para evitarlo, las cosas tendrán que operarse con precisión de relojería a partir del 2 de julio.

Cualquier cambio de gobierno, por sí mismo, genera riesgos. Aun sin cambio de gobierno, la coyuntura de la incierta negociación del TLCAN, sería muy compleja para México.

E incluso, sin ninguno de los otros dos ingredientes, el mero entorno internacional conduce a una elevada volatilidad en los mercados, en donde los países emergentes están en riesgo.

Todo esto conjugado, es como caminar al borde del abismo.

Si uno tiene equilibrio y nadie lo empuja, podrá sortear el riesgo. Si hay desequilibrios y un ambiente que hace que se mueva el piso, el riesgo podría ser elevado.

No lo perdamos de vista.

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