Si todo resulta conforme a lo previsto, mañana a las 17 horas, la Secretaría de Hacienda hará entrega al Congreso del Paquete Económico 2019, que incluye los Criterios Generales de Política Económica, la Ley de Ingresos, el Presupuesto de Egresos y la Miscelánea Fiscal.
Ya hemos comentado aquí algunas de las cifras fundamentales que se han adelantado.
Quizá las más importante de todas ellas es el compromiso de generar un superávit primario de 1 por ciento del PIB.
¿De cuánto dinero estamos hablando?
El PIB de 2019 será de 24.5 billones de pesos aproximadamente. De modo que el superávit primario será del orden de 250 mil millones de pesos.
Le recuerdo que el superávit primario es la diferencia entre gastos e ingresos, si al gasto se le restan los costos financieros.
La estimación actual es que habrá un costo financiero del orden de 850 mil millones de pesos.
El gasto público total fue estimado en 5.7 billones. De modo que, para cumplir con el objetivo del superávit primario, los ingresos ordinarios deben ser de al menos 5.1 billones de pesos.
Este año, los ingresos presupuestales se estimaban en 4.8 billones, por lo que debe haber un incremento nominal de alrededor de 6 por ciento.
Uno de los primeros dilemas de Hacienda es la profundidad con la que habrá de aplicar la reducción del IVA y el ISR en la frontera norte.
Si se quiere que la pérdida de ingresos sea limitada, entonces será relativamente fácil buscar mecanismos burocráticos que hagan difícil que se haga efectiva la reducción de impuestos en un primer momento.
Si se pretende realmente bajar de modo inmediato el costo fiscal en la frontera, se pueden diseñar esquemas muy laxos para hacerlo.
Los dilemas son más.
Para alcanzar las metas presupuestales, la Secretaría de Hacienda requiere moderar el alcance de algunos programas sociales, así como proyectos de inversión.
Le enumero sólo los más significativos: la duplicación de las pensiones de adultos mayores; los programas de becas y aprendices; la refinería de Dos Bocas; el proyecto de Santa Lucía; el Tren Maya; el millón de hectáreas de árboles frutales y maderables.
Los recursos demandados por esos programas y proyectos son suficientemente elevados como para descuadrar el esquema fiscal y dejar lejos la meta para el superávit primario.
Sin embargo, si en 2019 sólo se presupuesta una parte de los recursos totales que se van a requerir, es factible que se puedan acomodar en el Presupuesto de Egresos, sin que éste se salga de control.
Algunos de los dilemas en los que estará metida la Secretaría de Hacienda, que ya encabeza con todas las de la ley Carlos Urzúa, tienen que ver con ajustar la dimensión de los gastos para que sean financiables con los recursos disponibles, pero sin hacer un recorte tal que vaya a generar un desencanto de muchos de los que respaldaron a AMLO.
Es decir, Hacienda tendrá que caminar en el filo de la navaja. Ni demasiado poco para producir frustración ni un exceso para que los mercados prendan las luces rojas.
Otro dilema más es el reacomodo del gasto, que todo indica que será el más agresivo de que se tenga memoria.
Para algunas entidades como la Sedena, Marina, las empresas energéticas o la Secretaría del Bienestar, habrá fuertes incrementos. Otros, como la Secretaría de Agricultura, Economía o Gobernación, tendrán fuertes recortes.
El documento ya está en los últimos retoques y es más esperado que el América-Cruz Azul.
Veremos qué contiene.