Coordenadas

Más nos vale que ganen Urzúa y Romo

Quintana indica que si las decisiones de AMLO a partir del 1 de diciembre se ven mayormente influidas por afianzar el poder político y no la estabilidad, estamos en aprietos.

Por si algo nos faltara para complicarnos el panorama, ayer los precios del crudo tuvieron un desplome espectacular.

El WTI descendió en 7.1 por ciento; el Brent lo hizo en 6.8 por ciento y la mezcla mexicana cayó en 6 por ciento.

Pero quizás lo más grave es la tendencia. Desde los niveles más elevados de principios de mes, la caída es ya de casi 24 por ciento.

Para México, esto representó otra fuerte sacudida para los mercados financieros.

El índice de la BMV perdió otro 2 por ciento, con lo que el desplome desde el 1 de octubre ya es de 14.9 por ciento.

El dólar llegó ayer a 20.49 pesos en el mercado interbancario, el nivel más alto desde junio, y en ventanillas se cotizó hasta por arriba de los 20.80 pesos.

Y algo muy serio es lo que pasa con las tasas de interés que, en el bono a 10 años, están ya sobre el 9 por ciento.

Los momios parecen inclinarse a un ajuste alcista de un cuarto de punto en las tasas de referencia de Banxico el día de mañana.

Todo este cuadro deriva de la combinación de factores externos e internos.

Se equivocan quienes achacan toda la responsabilidad a las acciones anunciadas por el equipo de transición, pero son también incorrectas las opiniones que señalan que temas como la cancelación del aeropuerto en Texcoco, la propuesta sobre comisiones bancarias o el anuncio de nuevas consultas, no han afectado.

¡Claro que han afectado! Pero han amplificado su impacto por un ambiente internacional de enorme volatilidad.

Y nada indica que las cosas vayan a cambiar en el corto plazo.

Es decir, pese a que al presidente electo no le guste sentirse acotado por los mercados internacionales, tendrá que tomar en cuenta el efecto que sus acciones o declaraciones podrían tener en un ambiente de alta volatilidad y vulnerabilidad.

El desplome de los precios del crudo ya tendrá un efecto directo en la disponibilidad de recursos tanto para el gobierno federal como para las participaciones a los estados.

Y el alza de las tasas de interés que se observa encarecerá el fondeo tanto de la deuda interna como de la deuda externa.

En este ambiente, será crucial lo que pase al interior de Morena y del equipo de transición.

Si los criterios que prevalecen son los que de manera más sensata respaldan personajes como Carlos Urzúa o Alfonso Romo, quizás se pueda sortear exitosamente el despegue de la nueva administración en diciembre y el primer semestre de 2019.

Si resulta que las decisiones del presidente López Obrador a partir del 1 de diciembre, tienen más influencia de los sectores que tienen como criterio el afianzar poder político más que preservar la estabilidad y el crecimiento, entonces estamos en aprietos.

Tal vez un entorno externo menos frágil podría permitir que la economía aguantara algún tiempo sin sobresaltos. Pero, como están las cosas en el mundo, si se toman decisiones que erosionen la confianza en mayor grado, se podría descomponer la economía antes de lo que se piensa.

En este tema no es un asunto de contienda interna en Morena o en el equipo de transición, sino que se trata de un tema del que va a depender el país entero.

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