La Feria

'El Trampas' da lecciones de moral

¿A qué amo obedecerá el cordero tramposo, profeta de un independentismo manchado de transas, estulticia y fanfarronería? ¿Quién es ese personaje del que escribe Salvador Camarena?

Dado a las cosas místicas, El Trampas tuvo un día no muy lejano una nueva revelación. El Señor del Trampas –que por lo visto nunca lo abandona ni lo deja en santa paz– le encomendaba una nueva tarea.

Deja todo, le dijo ese su Señor, y vete a conseguir las firmas para que en 2018 seas candidato sin partido a la presidencia de la República.

No es de conocimiento público que El Trampas haya repelado: "Pero Señor, cómo me pides eso, recuerda que en la pasada campaña prometí quedarme en mi puesto, recuerda que el estado que votó por mí no es cualquier Huiscolco de los Membrillos; es, ni más ni menos, Nuevo León". Nada. Sin chistar El Trampas, que se cree sus visiones como los tontos sus excusas, montó en prieto potro y al cabo de varios meses entregó al INE poco más de dos millones 34 mil apoyos, firmas de ciudadanos con las que quiso cubrir el trámite legal para ser registrado como candidato a Los Pinos.

Qué hombría, qué capacidad, qué popular nos salió este independiente, dijo nunca nadie en la comarca al ver que El Trampas, contrario a la fama que tienen los norteños, se puso generoso y entregó más del doble de las firmas requeridas por la ley (866 mil).

No tardó en salir el peine: de todos esos apoyos entregados por El Trampas, sólo 41.78 por ciento eran válidos; los demás, balines: firmas de muertos, de no aparecidos, duplicadas, fotocopias y una sarta de apoyos espurios más.

Campeón en victimismo, El Trampas clamó al cielo por la injusticia: jueces del Olimpo priista, protéjanme del INE rigorista que no quiere dejarme participar. Doce veces fue El Trampas a revisar cómo iban sus firmas, todas le fueron abiertas las puertas, pero ante el Tribunal puso cara de gato con botas (esas ya las tenía) y cuatro de los siete magistrados se compadecieron de su desdicha: mírenlo, tan indefenso, qué tanto son 158 mil firmas simuladas, quién no ha colado -a ver si es chicle y pega- 205 mil copias de credencial de elector cuando en la convocatoria te pedían la original, a cuántos de nosotros no se nos han duplicado por error 266 mil apoyos a la hora de entregar la documentación de un trámite. ¿Ven? A máximos chanchullos, máximos derechos, fue el mensaje de esos magistrados, herederos legítimos de la tradición priista de que la ley es para torcerse. Gracias, contestó El Trampas emocionado, le dedicó este triunfo a mi mamacita, qué Juárez ni qué Morelos, al diablo las constituciones.

Por esa puerta ratonera entró el 10 de abril El Trampas a la elección presidencial. En este tiempo, según ha reportado al INE, sólo ha recaudado 2.8 millones de pesos para su campaña. Mal negocio el que ha hecho este amigo (zafo). En pagar, perdón, en conseguir las firmas gastó casi 21 millones de pesos (Reforma 01/04/18), pero para su proselitismo apenas ha reportado ingresos por poco más de 10 por ciento de lo que ya había gastado.

Entonces, ¿para qué está en la campaña El Trampas? Los dos debates han dado una pista sobre esa duda, y no es, como se había pensado, para descarrilar a ya saben quién (que además ni ayuda ocupa, él solito se encarga).

En los dos debates El Trampas ha sacado en cadena nacional una cantaleta: que los partidos renuncien al financiamiento público. No que se reduzca, no que se fiscalice mejor, no que se optimice. No, que desaparezca.

Vaya que el cinismo campea estos días. El Trampas dando lecciones de integridad: muera el carísimo sistema electoral que me pasó por buenas 58 por ciento de firmas chocolate.

¿A qué amo obedecerá este cordero, profeta de un independentismo manchado de transas, estulticia y fanfarronería? No tarda en salir otro peine.

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