Al reseñar el trienio de Felipe Calderón Hinojosa como presidente del Partido Acción Nacional (1996-1999), su correligionaria María Elena Álvarez de Vicencio quiso subrayar el riesgo que podría enfrentar un PAN que, contra lo que había ocurrido durante décadas, resultara exitoso en las elecciones.
En el cierre del prólogo de "Ganar el gobierno sin perder el partido", editado en 2002 por el propio PAN y que reúne informes y mensajes de Calderón Hinojosa como líder de Acción Nacional, Álvarez de Vicencio citó estas palabras del propio Calderón: "Ahora habremos de cuidarnos, no tanto ya del tamaño de la fuerza del adversario, sino del tamaño de nuestra potencial debilidad ética".
En ese volumen hay distintos párrafos que hoy, días después de darse la renuncia de Calderón al PAN, pueden ayudar a reflexionar sobre dos cosas. La primera, sobre lo que ha ocurrido a ese partido en estos 20 años, desde que se perfiló a ganar por vez primera Los Pinos hasta el momento actual, cuando vive episodios de defecciones y pugnas intestinas. Pero igualmente útiles resultan esas líneas para juzgar a quien lograría la segunda presidencia de la República para Acción Nacional y quien ha anunciado que buscará contribuir a formar un nuevo partido.
Esto decía Calderón Hinojosa, en distintos momentos, en los años en que fue presidente del PAN:
"Nuestra fuerza es la confianza de los ciudadanos. No dejemos que nuestra debilidad sea el exceso de confianza en nuestros éxitos: ni el gobierno está dispuesto a ceder el poder limpiamente, ni la inconformidad que auxilió en parte a nuestros logros permanecerá con la misma intensidad.
"Este triunfo, efectivamente, está cerca, pero habrá que cuidarlo, prepararlo, fortalecerlo. Y por otra parte, estar fuertes y dispuestos, porque la vida orgánica de PAN es contrastada y puesta a prueba por una nueva realidad que no es relativamente nueva: el poder político.
"Conducción política que lleve al partido mar adentro, en un entorno político determinado por la opinión pública, y que en él podamos razonar nuestras propuestas, responder a quienes nos agreden, defender con argumentos nuestro punto de vista y replicar contundentemente la crítica de nuestros adversarios. De nada servirá hacer las cosas si no podemos convencer a la ciudadanía de que hicimos las cosas bien.
"Debemos demostrar, como ya lo vienen haciendo nuestras autoridades, que no sólo somos mejor partido político, sino que también somos mejor opción de gobierno. Debemos ser capaces de demostrar que no sólo administramos con honestidad y eficiencia, insisto, sino que somos capaces de crear un nuevo estilo de convivencia comunitaria y de democracia participativa. Debemos construir y poner en práctica un modelo de gobierno diferente.
"Actualizar nuestro pensamiento ante realidades nuevas como la globalización, el deterioro del medio ambiente, la recomposición de la familiar (sic) tradicional, el crecimiento demográfico o la transformación de la fuerza laboral, por citar algunos de los muchísimos temas aún no suficientemente desarrollados por nuestra doctrina".
Dicho de manera subrayada: qué resulta de contrastar doce años del PAN en la presidencia, puñados de gobiernos estatales, varias legislaturas de San Lázaro, donde han sido protagonistas con frases como estas:
"Habremos de cuidarnos, no tanto ya del tamaño de la fuerza del adversario, sino del tamaño de nuestra potencial debilidad ética.
"De nada servirá hacer las cosas si no podemos convencer a la ciudadanía de que hicimos las cosas bien.
"Debemos construir y poner en práctica un modelo de gobierno diferente".
Lo que resulta es un partido que no pudo sortear el reto de las victorias, que no pudo demostrar que era distinto, ni que hacía las cosas bien. Y de ello tienen que responder Calderón y muchos otros.
Pero hoy debe responder sobre todo Calderón, quien antes de aspirar a convocar apoyos para un nuevo partido debería presentar a los mexicanos su diagnóstico de qué fue lo que pasó con sus palabras de aquellos años, esas que nunca se convirtieron en hechos.