¿Te imaginas que después de que el ser humano ha contaminado los mares con toneladas de plástico, la solución emerja del propio océano?
El ser humano ha producido más de ocho mil millones de toneladas de plástico y ha enviado seis mil 300 millones de toneladas al vertedero o al océano, de acuerdo con Wired.
El plástico contamina y consume muchos recursos. Sin embargo, un grupo de nuevas empresas está buscando otras formas de producir envases sostenibles.
En 2018, las algas marinas, que pueden crecer hasta tres metros por día, emergerían como una materia prima alternativa al petróleo. Actualmente, se está llevando a cabo una revolución silenciosa en las costas del Mar Oriental de China, donde la industria de las algas está en auge.
Varias startups son pioneras en el uso de algas marinas en una amplia gama de aplicaciones que incluyen biocombustibles, cosméticos, alimentos y productos farmacéuticos.
En 2013, Skipping Rocks Lab, del diseñador Pierre-Yves Paslier, introdujo Ooho, una botella de agua hecha de algas pardas, como alternativa a las botellas de plástico.
Dos años más tarde, Loliware, con sede en Nueva York, lanzó su primera gama de copas y popotes "biodegra-comestibles" hechos de agar, que se extrae de algas rojas.
En 2016, tres diseñadores japoneses, conocidos como AMAM, dieron a conocer una caja para una botella de perfume hecha de algas marinas. Actualmente trabajan con el diseñador británico Max Lamb, que utiliza material de desecho para crear muebles.
Las algas marinas tienen muchas ventajas como materia prima. Es barato, fácil de cosechar y extraer y está disponible en todas las costas. Además, a diferencia del almidón del que están hechos los bioplásticos como el ácido poliláctico, no requiere agua fresca o fertilizantes para crecer.
Además de ser abundantes, solo el 0.03 por ciento de las algas pardas del mundo podrían reemplazar todos los frascos de plástico de tereftalato de polietileno (PET) que obtenemos todos los años: puede resolver lo que se conoce como brecha de caducidad, la diferencia entre la biodegradabilidad de un contenedor y la de su contenido.
Imagina una botella de plástico con jugo de naranja. La vida útil del jugo es de aproximadamente dos días. La botella de plástico PET tardará más de 700 años en degradarse. Por el contrario, el embalaje de algas marinas se biodegrada en el suelo en cuatro a seis semanas. A diferencia del plástico, no se descompone en micropartículas que son imposibles de recolectar.
En 2014, investigadores del Instituto Tecnológico del Embalaje, Transporte y Logística (Itene) en España estudiaron el uso de algas marinas para fabricar un recubrimiento sostenible y respetuoso con el medio ambiente destinado a envases alimentarios de productos grasos como el jamón o el queso.
Los resultados de los primeros ensayos del estudio, que pertenece al proyecto europeo Plantpack, indicaron que la incorporación de algas marinas y almidón al papel y cartón del recubrimiento ofrece "propiedades positivas en el mantenimiento de alimentos con elevado contenido en grasas", informaron a través de un comunicado.
Las algas marinas también son un agente poderoso para reducir la acidez del océano. Las granjas autónomas de algas marinas, como las que fueron abiertas por GreenWave, una startup de Nueva York , no solo reducen los costos, sino que también reducen el calentamiento global.
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