Se acabó. Después de más de 40 años de gastar suela en tablaos y teatros de todo el mundo, a Cristóbal Reyes (Córdoba, España, 1949) no se le ha quedado nada en el tintero.
"No me cansé de bailar, a pesar de que desde los 8 años lo estoy haciendo. He hecho todo lo que pude desear, he bailado en los mejores escenarios del mundo, en los regulares y en los peores", asegura el bailaor, maestro y coreógrafo.
Ha elegido México para su despedida. Es un gesto de agradecimiento con un país en el que encontró una buena recepción en los años 70, década en la que abrió espacios como el famoso Corral de la Morería –junto a la bailaora mexicana Cristina Aguirre-, donde se presentaron las principales figuras españolas, que alternaban con bailaores locales.
"México es muy importante en mi historia, por lo que yo he le dado y lo que he recibido aquí", comparte.
El título de su último show honra el trabajo de toda una vida: Flamenco Puro de Puro Flamenco, en alusión a su manera de abordar tanto la interpretación como la coreografía.
En sus creaciones, Cristóbal Reyes mezcla el género tradicional con toques modernos, siempre a partir de la raíz de la cultura que fue reconocida por la Unesco en 2010 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Dónde: Voilà Acoustique, Plaza Antara. Molière esq. Ejército Nacional, Polanco
Horario: 8, 9, 10 y 11 de septiembre, 20:00 horas
Localidad: $600, $850 y $1,250
En junio pasado, el artista presentó en México Pasión Flamenca, una propuesta con bailaores mexicanos y españoles en la que el andaluz mostró en todo su esplendor la fusión entre tradición y modernidad. Fue entonces cuando anunció que había elegido este país para concluir su trayectoria solista.
Explica que tras el reconocimiento de la Unesco y sobre todo para mantenerlo vivo, el flamenco tiene que modernizarse. "Antes era una cosa de peñas, de amigos, de fiestas de señoritos; ahora tiene una dimensión de grandes masas, para grandes teatros en el mundo y para llegar ahí, ha tenido que hacerse más contemporáneo".
Pero defiende los orígenes: enseña a sus alumnos las raíces y los tiempos del flamenco.
Y ese es el tipo de baile que abordará en su espectáculo del adiós, que presentará en cuatro fechas, del 8 al 11 de septiembre en el Voilá Acoustique de Plaza Antara, donde lo acompañará su discípula María Juncal.
Abrirá escena con una coreografía inédita: A mi querido México. También presentará Cachorro, una de sus creaciones emblemáticas, que Juncal bailará por alegrías, el palo que, según explica ella misma, la identifica en este momento de su carrera.
Descubrir talentos ha sido una labor fundamental en la vida de Reyes, quien cuenta entre sus alumnos a su sobrino, Joaquín Cortés. A Juncal la conoció en Tenerife, cuando ella tenía 16 años y bailaba de manera prácticamente autodidacta. Desde su encuentro, recuerda el bailaor, ella se dedicó al estudio, ensayaba más de 10 horas diarias.
"Cristóbal tiene la capacidad de ver desde un inicio mucho más allá de lo que el propio bailaor puede siquiera atisbar de sí mismo", dice la alumna. "Un maestro nunca deja de serlo; lo que te enseñó no se esfuma, la enseñanza, la exigencia y su rigor, su potencia a la hora de querer hacerte llegar las cosas nos ha marcado muchísimo a todos los que hemos pasado por sus clases, por sus manos de alguna manera", añade la artista, quien planea regresar al Palacio de Bellas Artes el año próximo con su espectáculo Fantasía Flamenca, que llevará de gira por Europa en noviembre y diciembre.
Con el sabor agridulce de toda partida, Reyes afirma que continuará con su labor docente en su prestigiosa escuela de flamenco, Amor de Dios, en Madrid.
"No tengo nada que descubrir; al haberlo hecho todo, no tengo ganas de aviones, camerinos, escenarios", sostiene Reyes. "El aplauso lo tengo siempre, en mis clases; todos los elogios de mis alumnos son suficiente, me quedo satisfecho. Como maestro nunca voy a rendirme, ahora sí que como la película: me voy a morir con las botas puestas.
Además, me gusta mucho ver a los jóvenes bailar. Todos los grandes artistas actuales comenzaron conmigo de niños: Joaquín Cortés, Alfonso Losa y tantos otros que no tienen el nombre de ellos, pero que son extraordinarios".