Un castigo le abrió las puertas hacia su verdadera vocación. Sus padres lo enviaron a un internado jesuita, la única institución que lo recibió tras haber sido expulsado de varias escuelas. Por aquel entonces, Alejandro Camacho soñaba con ser director de orquesta, hasta que su padre lo llevó a ver El diario de un loco, con Carlos Ancira y decidido a ser actor. Abandonó el Conservatorio donde apenas comenzaba la carrera de dirección. Uno de sus primeros montajes fue la adaptación de La cruzada de los niños, de Marcel Schwob, bajo la dirección de Gabriel Weisz; Hugo Gutiérrez Vega les abrió la Casa del Lago para presentar esa puesta, pionera del teatro de terror, un género al que regresó años después como productor y actor en Drácula.
Iniciador del teatro universitario, tiene también una larga trayectoria en la televisión, como actor y productor. El desencanto marcó su breve incursión en la política, a la que no piensa regresar. Fue candidato a diputado por el Partido Encuentro Social en 2015.
Los jesuitas
Me abrieron el mundo. También aprendí con maristas y salesianos. Me tocó una generación de maestros muy buena, que tenía el don enseñar a una bola de salvajes. No era un alumno precisamente brillante, pero sí poderoso, hacía lo que se me pegaba la gana y lo sigo haciendo. Descubrí la historia, la ética y el teatro, tengo recuerdos muy gratos de esa vivencia que tuve internado, de quinto de primaria a tercero de preparatoria, porque en ninguna escuela me querían. Y conservo amigos como el chef Gabriel Herrera (del restaurante Specia) o Pedro Villaseñor, que fue mi maestro; era sacerdote y, cuando lo vi años después de salir de la escuela, ya se había casado y divorciado, pero seguía siendo profesor.
La rebeldía
Es una forma de vida. En la universidad me decían: "pero cómo te vas a ir a trabajar a Televisa, es una mierda". Y yo respondía que a mí me educaron en la UNAM, inauguré -con varias compañías que estábamos haciendo teatro en ese momento- el Sor Juana Inés de la Cruz y el Juan Ruiz de Alarcón; hice El rey Lear con Ignacio López Tarso, Fernando Balzaretti, Blanca Guerra, Humberto Zurita; una serie de artistas que hicimos un movimiento teatral, y eso no estaba peleado con hacer una televisión de calidad.
El Tigre Azcárraga
Fue un maestro y el poder al que me enfrenté. Siempre me escuchó, aunque no estuviera de acuerdo conmigo. Una vez me corrió, pero me volvió a llamar. Fue cuando hice una película que se llamó Guerrero negro, sobre el asesinato de un candidato, y don Emilio me dijo que no la iban sacar porque acababan de matar a Colosio. ¿Pero qué tienes para tele?, me dijo. Entonces le propuse hacer mi adaptación de Calígula. No, otra cosa; eso lo rechazó el consejo porque no sirve. Perdón, le dije, pero está equivocado. Se enojó mucho. ¿Me estás diciendo que estoy equivocado? ¿Sobre tu cabeza y la de tu mujer? Pues sí, en este caso, se equivoca, le respondí. Y nos corrió. Salí muy lastimado, porque le tenía aprecio. Compramos champaña y nos lamíamos las heridas que nos dejó el Tigre. A los tres días Elisita, su secretaria, me llamó para decir que nos quería ver al día siguiente a mí y a mi exmujer, Rebecca Jones. Era para informarme que se asociaba con Venevisión, O Globo y Fox para el sistema Sky. El proyecto que aceptaron para arrancar fue el tuyo, ¿cuánto quieres para regresar? Me dio lo que le pedí -mucho dinero- e hicimos la versión de Calígula, que se llamó Imperio de cristal.
La política
No me interesa; quedé asqueado. Esencialmente la política debería establecer una dialéctica clara entre los ciudadanos y los gobernantes, pero es una mierda. Quise ser diputado para implementar el sistema de Salman Khan, que era un banquero exitoso y dejó las finanzas cuando su programa de educación gratuita -que empezó con clases de matemáticas por teléfono para su sobrina- se volvió un éxito, apoyado por Bill Gates. En él la enseñanza se imparte al revés: la tarea se hace en la escuela y el estudio en su casa, bajo supervisión de maestros conectados en línea. Los niños, en lugar de tener una hora para comprender una clase de cualquier materia, tienen toda la vida, porque es rebobinable. Esa era mi tirada, pero a los políticos no les interesan las ideas.
LO QUE VIENE
En 2016 terminó su exclusividad con Televisa, luego de 35 años, y entre las producciones con distintas televisoras a las que se ha integrado (trabajó con Telemundo, NBC y HBO, entre otras), está La fiscal de hierro, que se transmite en horario estelar por Azteca, empresa con la que seguirá colaborando. Continúa con la temporada de la puesta en escena Extraños en un tren, en el teatro Virginia Fábregas, de jueves a domingo. También volverá a filmar con el director Mauricio Valle, con quien hizo Sobre ella; juntos están trabajando en una trama sobre prostitución, cuyo rodaje dará inicio en los próximos meses.