Carlos Reinoso hizo que el Veracruz regresara a una liguilla después de más de una década de ausencia (Apertura 2004) y consiguió que el club se olvidara del descenso.
La dirección técnica del chileno dio equilibrio a los Tiburones, que terminaron en penúltimo lugar el torneo pasado. La gente que lo conoce asegura que es una demostración del carácter que ha mostrado a lo largo de su vida, tanto para salir adelante en su país natal, como para dejar los problemas de drogadicción.
"Es un entrenador bastante exigente y motivador. Es buen amigo cuando lo entiendes y sabes cómo vive el futbol. Es muy apasionado y es fácil hacer buena amistad con él", dice Alberto Guamerú García, ex jugador que estuvo bajo las órdenes del sudamericano en el León cuando perdieron la final contra el Cruz Azul en el torneo Invierno 1997. Reinoso sólo lleva un campeonato como estratega, el cual obtuvo en la campaña 1983-1984 con el América.
"Él antes llevaba una vida desordenada y desde que se hizo cristiano la arregló. Es un señor que quiere mucho a sus hijos, vive mucho para ellos", agrega García. La religión fue el apoyo principal para la figura americanista, y gracias a ésta presume 24 años lejos de los excesos.
Nació en Barrancas, un barrio pobre de Santiago. Su padre era albañil, su madre era costurera y con el futbol hizo que su familia saliera adelante. No terminó el nivel medio de educación en su país, pero gracias a la pelota consiguió que sus hijos no sufrieran la misma historia.
Cuando terminó de dirigir a Tecos de la UAG por segunda ocasión (2005-2006), el DT tomó un receso de tres años antes de regresar a los banquillos. En ese tiempo impartió pláticas sobre los beneficios del deporte sobre las drogas, en lugares como cárceles e instituciones escolares, y a la par estuvo apoyando a su hijo, José Antonio, quien peleó contra el cáncer pulmonar hasta el 24 de enero del año pasado, fecha en la que perdió la vida.
Javier Sánchez Galindo fue compañero del Maestro en el América (de 1975 a 1979) y asegura que los resultados que ahora tiene con el Veracruz se deben a que "logró un cambio, principalmente en su persona, que luego pudo transmitir al equipo". Ambos consiguieron un título de liga en 1975 y en 1979 partieron juntos a Coyotes Neza. "Era un jugador muy inquieto, siempre con esa capacidad de ser líder. Tenía mucha autoridad sobre los demás", agrega el ex central.
Diego Ochoa Puertas, ex integrante de los Gallos Blancos de Querétaro, recuerda que cuando Reinoso hablaba frente al grupo (2009-2010) se notaban tics en los gestos del entrenador y que en todas las prácticas se le veía con cigarrillos largos. Consecuencias de sus padecimientos.
"Sí se le respeta mucho porque todos saben lo que fue como jugador y todo lo que sabe de futbol, pero sí era una persona muy egocéntrica", comenta Ochoa. "Dice que nunca ha habido un extranjero como él en futbol mexicano". Los Tiburones Rojos ahora disfrutan de los beneficios de las tácticas del chileno de cara al título.