"A veces me siento en desventaja", confiesa Juan Ignacio Aranda. Hace 30 años ejerce la misma carrera que su padre, Ignacio López Tarso, quien, a su edad, ya había hecho Macbeth en el Palacio de Bellas Artes, con Isabela Corona. "A ella le aplaudieron, pero cuando él salió a dar las gracias, el público gritaba: '¡López Tarso, López Tarso!', al grado que enfrente de todo mundo le soltó la mano a mi papá y se fue de la escena. No pudo aceptar eso la grandísima actriz Isabela Corona", recuerda.
Aranda ha actuado en más de 35 obras de teatro, 18 películas y 20 telenovelas y se prepara para participar en las dos temporadas iniciales de Dios Inc., de HBO. Ahora interpreta a Ramiro Silva de la Garza (personaje inspirado en Raúl Salinas de Gortari) en la serie El señor de los cielos, de Telemundo, y forma parte del elenco de Locos por el té.
"He hecho comedia muy buena: El enfermo imaginario, El primero, que también es humor negro, pero ésta es verdaderamente sensacional", asegura quien tenía 8 años cuando escribió, dirigió y actuó su primera obra de teatro. En la trama, una pésima compañía de actores mexicanos a cargo de una igualmente dotada directora, que no habla español, ensaya una obra terrible, que se vuelve delirante cuando la llevan a escena. "Para mí es sorprendente ver que el público no deja de reír, de verdad", refiere.
De las 35 piezas en las que ha actuado, ocho han sido al lado de su padre, entre ellas Tirano Banderas, Un conejo llamado Harvey, Macario, el ahijado de la muerte; El de la triste figura y Drácula. "Hay por ahí un proyecto, ojalá lo hagamos, ya las cosas se complican para un hombre de 90 años, pero es una delicia compartir el escenario con mi papá; es muy fuerte en escena y esos son los actores con los que más aprendes".
Ser hijo de Ignacio López Tarso es muy motivante y también un reto, comparte. "Mi padre ha hecho todo, los más grandes personajes que existen en el mundo de la actuación. Yo voy bien, me gusta mi carrera y no me aflijo, pero sé que la carrera de mi papá no sólo en México, sino en el mundo, es inalcanzable para muchos actores. Es fuera de serie: entró al primer año de actuación e inmediatamente Novo, Villaurrutia y todos sus maestros de actuación lo pasaron un año arriba; ¡al siguiente ya estaba en el segundo año con Pepe Solé, Virginia Gutiérrez, Miguel Córcega!". Junto a su padre aprendió el goce de jugar a ser otro, afirma.
"Me gusta porque siempre lo he visto, siempre lo he tenido en casa: veo a mi papá cómo se comporta con su familia, y luego lo veo en escena y es otro; y luego lo veo en telenovelas, en una película, en teatro, y es otro. A pesar de sus 90 larguísimos y bien vividos años, sigue siendo un niño cuando me cuenta que ya va a empezar una novela con Larrosa o que se va de gira con Aeroplanos. Tiene más de 60 años de actor... Lo que nos distingue es que tenemos la necesidad de volvernos otras personas. Y yo, el trabajo que más disfruto es cuando más diferente quedo, cuando no me parezco a mí".