El Derby de Kentucky tiene un impacto económico de 217 millones de dólares en las finanzas del estado y el negocio del caballo significa más de 55 mil empleos y 3 mil millones de dólares. Es uno de los eventos deportivos más importantes del mundo, pero no sólo es una fuente de ganancias económicas; también literarias.
Charles Bukowski era un aficionado de las pistas y llegó a escribirle poemas al óvalo de Louisville: A day at the Oak Tree Meet, en el que propone artificios para apostar.
Si Bukowski perdía, bebía. Y, si ganaba, también. No era mal visto en una festividad en la que el whiskey es norma. La Mancomunidad de Kentucky tiene 14 empresas dedicadas a la elaboración del licor y las cuales presumen más de 70 marcas diferentes. Con una mano se llena la hoja de apuestas para el Derby, con la otra normalmente se sujeta un vaso con un julepe: menta, bourbon, azúcar y agua.
"¿Qué estás bebiendo? Yo había ordenado una Margarita con hielo, pero él no quería oír hablar de eso: 'No, no, ¿qué tipo de trago es ese para el Derby de Kentucky? ¿Qué te sucede muchacho?' Él sonrió y le hizo un guiño al encargado del bar. 'Maldita sea, vamos a educar a este muchacho. Tráele un poco de buen whiskey", escribió Hunter S. Thompson en su crónica El derby de Kentucky es decadente y depravado, pieza pionera del periodismo Gonzo (en el que el autor es un personaje más de la historia) que Tom Wolfe rescató en el libro El Nuevo periodismo.
Thompson se encargó de retratar y criticar las actitudes de los asistentes a la primera carrera de la conocida Triple Corona (le siguen el Preakness Stakes, en Baltimore, y el Belmont Stakes, en Nueva York). Nació en la ciudad que alberga la justa y aprovechó su crónica para exponer lo que él consideraba el "rostro sureño" de Estados Unidos.
En aquel texto, Thompson también se queja del racismo que imperó en el Clásico durante sus primeras ediciones. Se corrió por primera vez en 1875. En 15 de 28 se coronaron jockeys de raza negra. Desde 1902, cuando Jimmy Winkfield montó a Alan-a-Dale y cruzó la meta en el primer lugar, sólo dos afroamericanos han vuelto a competir hasta la fecha. The last black King of the Kentucky Derby, de Crystal Hubbard, con ilustraciones cuenta la historia de aquella épica.
En A caballo entre milenios, Fernando Savater describe que, como le ha sucedido "con todas las principales aficiones de mi vida (los relatos de aventuras, los chistes verbales, la lengua francesa, Chesterton, (…), me enamoré para siempre de las carreras de caballos en una época muy temprana: creo que no le he cogido verdadero gusto a nada a partir de los 15 años, exceptuando el sabor del whiskey".
Según la Asociación de Destiladores de Kentucky, la elaboración del licor de la región representa un negocio de 3 mil millones de dólares y genera más de 15 mil empleos. En 2013 se fabricaron 1,210,207 barriles de la peculiar bebida.
La edición número 141 de "los dos minutos más grandes del deporte", según el coronel Matt Winn (principal impulsor del evento en los inicios del siglo XX), se celebrará este fin de semana y sigue atrayendo y encantando a sus asistentes. Por tradición, las mujeres usarán colores pastel y un sombrero con arreglos, los hombres vestirán trajes sport ad hoc a la elegancia de la situación: dress to impress dicta el código.
Cuando los caballos aparezcan en escena para cumplir con la ruta del Churchill Downs, los asistentes cantarán My Old Kentucky Home, pieza compuesta por Stephen Foster (autor de Oh Susana) y siempre interpretada por la banda de la Universidad de Louisville. Artistas como Louis Armstrong llegaron a interpretar esta canción.
Savater deja muy en claro cuál es el ritual que antecede y acompaña uno de los días más "americanos" del calendario deportivo.
"Tal como en los sanfermines, también hay que cumplir o ver cumplir el resto de los ceremoniales: el mint julep (…) la exuberante guirnalda de rosas rojas tiene que adornar el cuello del ganador, quienes tengan buenos pulmones deben atosigarlos con un gran puro exhibido con público desparpajo (¡sí, en los mismísimos Estados Unidos!)".
Las gradas y salas del club Churchill Downs estarán repletas con alrededor de 150 mil personas de todo el mundo, entre ellas los infaltables apostadores empedernidos. El whiskey se mantendrá como sello de fondo de agua de una expresión cultural de mucho arraigo en las letras estadounidenses.
"Si conoces ese hipódromo, sabes que puede hacer verdadero frío cuando estás perdiendo. El viento llega de las montañas y tus bolsillos están vacíos y tiemblas y piensas en la muerte y en los tiempos duros del alquiler y todo lo demás", escribió Charles Bukowski en Se busca una mujer.
¡Que arranque el Derby!