Es imposible vivir sin mentiras. Los hombres y las naciones recurren a la ficción para redimir culpas y hacer más digerible su realidad, siempre dura e impenetrable. A esa conclusión llegó Javier Cercas luego de escribir su novela El impostor (Random House, 2014), en la que hurgó en la vida de Enric Marco, un anciano barcelonés que durante años se hizo pasar como sobreviviente de los campos de concentración nazis. En 2005 fue desenmascarado por el historiador Benito Bermejo.
"Marco es una hipérbole monstruosa de lo que somos. Nadie es capaz de afrontar la verdad tal y como es. De una u otra forma, creo que todos somos novelistas de nosotros mismos, todos nos inventamos una historia y nos ponemos una máscara; sólo que esto Marco lo llevó al límite al haber sido capaz de mentir acerca del crimen más monstruoso en la historia de la humanidad", sostiene en entrevista el escritor, quien, de jeans y de muy buen humor, observa en este personaje nonagenario "un espejo exacto de la sociedad española a lo largo de un siglo".
Según Cercas, España se ha inventado una memoria histórica romántica y edulcorada, un reparto de héroes y villanos; republicanos y franquistas. Esa situación –asegura– no sólo es mentira, sino que además ha sido aprovechada por las distintas fuerzas políticas, incluida la izquierda. "Se ha hecho de la memoria histórica una industria, un negocio, una especie de kitsch".
Enric Marco creó con un relato heroico y sentimental en los días posteriores al triunfo de Francisco Franco, señala el autor de Soldados de Salamina (2001) y Las leyes de la frontera (2012). Nada más falso que eso, advierte. Todo fue una fantasía fabricada para combatir la brutal realidad. En su novela recuerda la Barcelona de la posguerra: "una ciudad hambrienta, prostituida y aplastada por la doble tiranía de la Iglesia y los falangistas, corrompida económica y moralmente, humillada y saqueada por la rapacidad de los vencedores".
Mario Vargas Llosa, una de las personas que animó a Javier Cercas a escribir la historia de Marco, afirma que "todos los seres humanos soñamos con ser otros; por eso y para eso existen las ficciones —las novelas, las películas, los dramas, las óperas, las series televisivas, etcétera—, para satisfacer vicariamente el hambre de irrealidad que nos habita y nos hace soñar con vidas mejores o peores que la que estamos obligados a vivir".
Durante el camino de la escritura, Cercas debatió con el italiano Claudio Magris sobre la justificación de las mentiras ligadas al turbulento tiempo de la Segunda Guerra Mundial. El español afirma que nada avala a Marco, al que, acaso, es posible entender.
"El pensamiento y el arte intentan explorar lo que somos, revelando nuestra infinita y contradictoria variedad, cartografiando así nuestra naturaleza: Shakespeare o Dostoievski iluminan los laberintos morales hasta sus últimos recovecos. El arte consiste en mostrarnos la complejidad de la existencia, a fin de volvernos más complejos, en analizar cómo funciona el mal, para poder evitarlo. Hay quienes dicen que la literatura no sirve para nada, en cambio yo creo que funciona para casi todo".