NUEVA YORK.- Un icono de la cultura internacional. Comenzó vendiendo sus óleos por un precio mínimo de 10 dólares. Hoy sus obras son de las más cotizadas entre los artistas latinoamericanos y se venden por millones de dólares. El artista vivo que más ha exhibido en el mundo dice, a sus 83 años, que no encuentra nada que le dé más placer en la vida que la pintura.
La charla sucede en su departamento de Nueva York, ubicado en el elegante barrio del Upper East Side. Botero revisa 65 años de trayectoria pictórica y 35 como escultor, recuerda cuando vivió en México y revela su sueño más profundo: morir con el pincel en
la mano.
___ ¿Cómo surge su pasión por los toros?
___El primer tema que pinté en mi vida, porque era muy aficionado a los toros, fueron unas pequeñas acuarelas que mostraban a los toreros, los toros, los pases. Pero en ese momento no era artista, era un aficionado que pintaba. El día que uno hace una obra con el deseo de hacer arte, ese día se es un artista y este libro lo refleja muy bien.
___¿Cómo es para usted un día en Nueva York, cuál es su rutina?
___Empiezo temprano, tipo 10 de la mañana, a trabajar; paro un momento al mediodía para comer algo y después sigo trabajando hasta las 7, 8 o 9 de la noche. Lo hago por placer; es que no he encontrado otra cosa más que me produzca más excitación, que me llene más, que pintar o hacer esculturas, pero sobre todo pintar. No tengo tiempo para los hobbies, la verdad es que mi vida es el trabajo de pintor.
___Vivió en México en 1956, ¿cómo fue esa experiencia?
___Cuando yo llegué a México estaba buscando mi estilo personal, estaba tratando de encontrarme. Estuve un año ahí y fue una experiencia importante y definitiva, porque estuve inspirado en el arte precolombino y en el arte popular, que me siguen interesando muchísimo.
___En México tuvo una de sus exposiciones más visitadas…
___Atrajo a más de 250 mil visitantes en dos meses y medio que estuvo abierta. Es la exposición más visitada que he tenido; también hubo 200 mil en Seúl, donde expuse hace tres o cuatro años; tuve 100 mil en Copenhague. Mi trabajo atrae a la gente porque se siente identificada por una razón u otra.
___¿Cómo logró esa conexión?
___Yo pinto para mí, hasta que el cuadro me da placer a mí y entonces viene el milagro que otra gente se identifica con eso. A mí me aman los directores de museo porque nadie ha expuesto en los museos tanto como yo, llevo 60 exposiciones en museos del mundo entero. Muy pocos artistas tienen la fortuna de ser amados a todos los niveles culturales.
___¿En qué punto de su carrera descubrió su estilo, su pasión por crear figuras robustas?
___Empecé cuando tenía 17 años. Lo hice por una intuición, porque eso me decía algo a mí. Después, claro, cuando estuve en Europa, especialmente en Italia, racionalicé la importancia del volumen porque vi que todos los pintores italianos hacían una exaltación, y uno ve esas grandes formas obviamente de Miguel Ángel, Rafael y Giotto. Hay una pintura italiana que es enormemente volumétrica, eso lo hicieron por exaltar la sensualidad del tema, exaltar la forma y el color. El arte es siempre una exageración.
___Lograr ese estilo al principio le generó muchas críticas…
___Críticas, indiferencia, todo lo imaginable. Siempre cuando uno tiene una expresión diferente a la moda o a lo que está en ese momento funcionando, siempre es difícil. Cuando llegué a Estados Unidos era el arte abstracto expresionista. Yo llegué aquí a Nueva York haciendo figuración de cosas que no tenían nada de expresionismo ni nada de abstracto y no pude conseguir una galería, nadie quería saber nada de mi trabajo. Yo fui fiel a mis ideas, seguí trabajando y lentamente empezó una cierta aceptación sobre todo en Europa. En realidad fue en Alemania, en 1970, donde empecé a tener éxito, más que en Estados Unidos.