A Humberto Zurita no se le notan los años, ya 60. Ensaya cuatro horas diarias para montar su nueva obra, que dirige y protagoniza: la comedia Papito querido. Zurita da vida a dos personajes: el padre y la madre de una hija que presenta al novio en su casa. Hay un inconveniente que da sentido y humor a la trama: los padres del chico son muy conservadores. El montaje se estrenará en León y llegará al Distrito Federal el 28 de marzo.
___¿Es verdad que abandonó su vocación religiosa por la actuación?
___Estudié en un colegio lasallista e hice la secundaria en un seminario. En mi último año de prepa un amigo me invitó a hacer teatro. Mi primera obra fue Jesucristo Superestrella. Después, un director que fue un gran amigo mío, Rogelio Luévano, me invitó a participar con un grupo más universitario, con otras tendencias, que se tomaba el asunto más en serio. Con él hice Hipótesis, La noche de los asesinos y Los Fantoches. Me vio gente de Bellas Artes y me vine a estudiar al Centro Universitario de Teatro (CUT).
___¿Encuentra similitud entre la religión y el arte dramático?
___Sí, de alguna manera es una misa en escena. No es que quiera faltarle el respeto a la Iglesia, pero siento que es un poco el compromiso de estar en un lugar, tener una mística por lo que haces, amarlo, y pensar en tu prójimo. Creo que un actor que se toma en serio, que se compromete con su carrera es una especie de sacerdote de la escena. En ese sentido se pueden analogar una cosa y la otra porque obviamente una misa para los católicos es la representación de Cristo en la tierra y acá lo que estamos haciendo es tratar de cumplir los sueños de los demás.
___Pasó siete años en el teatro universitario, ¿qué cambios nota de esa época a la actual?
___Las cosas van evolucionando, mucho. Cuando me inicié en el CUT había muchas influencias, veníamos del romanticismo español y luego entró Seki Sano, las teorías de Stanislavski, este teatro vivencial en el que el actor se compromete enteramente a lo que está haciendo y a sus personajes y trata de vivirlos en carne propia hasta sus últimas consecuencias. Hoy en día todas esas corrientes han derivado en muchas otras.
___¿Esa mística teatral de la que habla se mantiene en los nuevos actores de televisión?
___ Pienso que hoy día las televisoras han generado sus propios centros de capacitación que son simplemente para la televisión, tratan de educar y darle las herramientas al actor. También hay escuelas de teatro que son stanilavskianas o muy vivenciales, otras que son más Meyerhold o Diderot, que tiene más que ver con el acercamiento a la cámara. Las técnicas se van modificando, no sé, quizá hoy día lo que falte es esa metodología donde la la preparación juega un papel muy determinante, donde el actor debe tener cultura. Información que tiene que ver con todo, con la geografía, la historia del hombre, con las teorías teatrales, con los géneros de teatro y sus estilos.
___¿Cuál diría que fue la época dorada del teatro mexicano?
___Yo la ubicaría entre los 60 y los 80. En esa etapa había grandes maestros de teatro. Llegaban todas esas corrientes, y se presentaban muchas obras. Hoy nuestra cartelera sigue siendo muy rica, pero ya hay menos géneros. Antes se hacía desde el teatro griego, el isabelino, europeo, teatro del absurdo, géneros que hoy ya por lo menos comercialmente no se tocan. Hoy el teatro está dividido entre la comedia musical y la comedia; hay poco drama, poca tragicomedia, todos esos subgéneros ya no se abordan tanto, parece que los directores caminan sobre seguro.
___¿Faltan grandes directores?
___Uy, Héctor Mendoza, Margules, Julio Castillo, Gurrola, Tavira, no solamente eran muy buenos directores, el teatro era como lo más importante que hacer. Yo, por ejemplo, cuando empecé no me interesaba hacer televisión ni cine. Los miembros de mi generación buscábamos más el espacio escénico como una plataforma para denunciar, para cultivar un público, darle a conocer una literatura. Hoy los mismos escritores terminan metidos en la televisión.
___¿Qué les dice a los que vaticinan la muerte del teatro?
___Se dice que el teatro se está muriendo desde hace siglos y yo pienso que nunca va a morir porque siempre habrá gente que quiera ver buen teatro. Todo tiene que ver con el progreso del mismo ser humano. Antes el teatro no se enfrentaba a los DVD, a Netflix, a esta posibilidad de que uno en casa con 100 pesos pueda tener acceso a una película, eso también ha mermado mucho al público del teatro.
___Además, está la competencia con nuevas tecnologías...
___Hay una obra de Dario Fo que se llama Transmisión Interrumpida y tiene que ver con la llegada de Cristo en este momento en el que para que la gente le haga caso y lo siga se tiene que hacer actor de Televisa o de una televisora importante. Es una farsa muy interesante porque plantea estos tiempos modernos donde hay medios digitales que dominan a la televisión, como el Twitter, Facebook...
___¿Por qué elegir una comedia?
___ No lo tomé por sentir que fuera lo fácil, creo que es muy difícil hacer comedia, pero creo que es un camino para regresar el público al teatro. Busqué divertirme arriba del escenario, la obra la hemos adaptado, corre mucho más rápido, ya no es tan larga. Ojalá les guste, la idea es decir al público: "ven, diviértete, pásatela bien, convive, no sufras; ya que saliste de tu casa, gastaste, ven a pasar un buen momento".