¿Por qué le dicen al Distrito Federal la dona? Porque ya no tiene centro.
Esta broma fue una de las muestras de humor negro que circularon vox populi días después del terremoto de 1985. Treinta y dos años después, el humor del mexicano es menos ácido. Ni los memes ni las caricaturas ni los chistes populares se han prestado a la burla oscura de la tragedia, mucho menor a la de hace tres décadas.
Aunque el humor del país ya no es el mismo, el gremio caricaturista se mantiene fiel a su trabajo como generador de conciencia crítica y empatía social en medio de la devastación, aseguran el cartonista político Rafael Barajas El Fisgón, el caricaturista Antonio Helguera y el monero Trino.
De 1985 a la actualidad –afirman– la caricatura ha adquirido un papel más trascendente a nivel colectivo, pues ahora se desenvuelve en una sociedad mexicana más organizada e interesada en los asuntos públicos.
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"Vivimos en una sociedad más politizada y consciente que en 1985. Yo, como humorista, no puedo entregar hoy mi trabajo sólo a la chacota. Trato de agudizar el humor de mis tiras, enfocarlas al enojo social que vivimos a causa de la corrupción y la impunidad", comenta Trino, quien publica en esta casa editorial.
El cartonista de la revista Proceso, Antonio Helguera, asegura que, pese al auge de los memes como nuevos elementos gráficos del humor colectivo, la sociedad mexicana vive inmersa en un ambiente de "corrección política" que impide fabricar bromas como las de hace 32 años, en las que se asomaba una peculiar forma de humor negro que ha ido perdiendo la mexicanidad.
"No hay tanta diferencia entre la caricatura que se hacía en 1985 y la de ahora. El humor de la gente sí ha cambiado, pero nosotros nunca nos hemos sumado a esa clase de chistes. Nuestro trabajo siempre ha sido crítico. Lo que denunciamos entonces es lo que denunciamos ahora: la corrupción, la impunidad y la irresponsabilidad del sector inmobiliario", comenta Helguera.
SOCIEDAD MÁS ORGANIZADA, CARICATURA MÁS ACTIVA
"A raíz de 1985, la caricatura funcionó como un vehículo de contacto con la sociedad. Muchos de nosotros pusimos nuestros espacios al servicio de la comunidad, haciendo cartones más conscientizadores, manualitos que invitaran a cuidar el agua o tomar medidas preventivas", recuerda El Fisgón.
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Ahora, dice, ese papel lo han tomado las redes sociales. Antes, afirma, la caricatura fungía como una caja de resonancia de las inquietudes de la sociedad. "Los caricaturistas éramos herramientas del pueblo; hoy esas herramientas son digitales".
El problema –coinciden los entrevistados– es que Facebook y Twitter son terrenos idóneos para la circulación de noticias falsas, incluso durante momentos de emergencia, como cuando se desataron los rumores de supuestos derrumbes en la zona sur de la Ciudad de México tras el sismo del 19 de septiembre.
"Los memes viajan a un velocidad muy superior a la de nuestros cartones, pero difícilmente cumplirán la función informativa y crítica de una caricatura que pasa por un criterio editorial. Las redes sociales nunca han logrado sustituir a la movilización ciudadana. Y en ese sentido la caricatura mexicana se ha mantenido firme con su vocación crítica y profesional", observa El Fisgón.
Trino asegura que los mexicanos no pueden perder el humor, pues el temblor mediático siempre es necesario para recordar que, en México, los desastres naturales se agravan por culpa de la inacción gubernamental.
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En No sin nosotros, los días del terremoto, Carlos Monsiváis registró una sociedad que empezó a generar posibilidades de futuro que todavía
no se habían advertido".
Después del terremoto, el PRI no volvió a gobernar en la Ciudad de México, y surgió entre la sociedad lo que podríamos llamar un 'partido del temblor', que se fue convirtiendo en un movimiento crítico".
Desde 1997, que hay elecciones de jefe de gobierno, esta ciudad tiene un régimen de izquierda, ha tenido conquistas progresistas y esto se debe a movimientos sociales, pero también figuras como Monsiváis".