Más de 30 años después de la disolución de La Nopalera, 10 de sus integrantes originales se reunirán para volver a dar vida a la historia. A la suya, que es también la de un pedazo de este país que parece haber desaparecido.
Y es que La Nopalera hizo un tipo de canción impensable en los tiempos que corren, tiempos de un desencanto que ha permeado incluso a sus fundadores, admite uno de ellos, el flautista y saxofonista Arturo Cipriano. La izquierda de hoy -dice- nada tiene que ver con la de antes, cuando se afiliaron al Partido Mexicano de los Trabajadores, creado por Heberto Castillo y Demetrio Vallejo.
"Nos convertimos en un término que me gusta: la izquierda festiva", recuerda Cipriano. Pero -agrega- tuvieron que abandonar ese tipo de militancia -que a la par, dejó como legado un repertorio musical único-, por la decadencia de aquella ala política.
"Ya no llegamos al PRD. Miles nos rajamos porque precisamente esa inclinación con Heberto, Demetrio, con Villegas, Cabeza de Vaca y otros pensadores, nos hizo ver que había una tendencia ahí muy oscura. Vimos una izquierda farsante, lamentablemente, que alejó a muchísima gente y que creo que ahora está en una gran crisis", explica quien actualmente lidera los grupos Ciprianodonte y Som Bit.
Mañana a las 18:00 horas, en el Estudio "A" del IMER, la agrupación que entre 1975 y 1981 reunió a algunos de los músicos mexicanos más talentosos, presentará Nueva Canción, álbum que antologa su trayectoria a través de 19 temas. La grabación incluye las interpretaciones de quienes integraron sus filas, como las cantantes Francis Laboriel, Maru Enríquez y Cecilia Toussaint; los hermanos Eugenio, Enrique y Fernando Toussaint; Alejandro Campos, Guillermo Briseño, Javier Izquierdo, Gerardo Bátiz y Eniac Martínez, entre muchos otros.
Aunque se le identificó como música folclórica, La Nopalera se lanzó en realidad a la búsqueda de un nuevo lenguaje, dice Cipriano. Cuenta que el grupo surgió tras una improvisada reunión para acompañar a Ángel Parra, hijo de la cantante Violeta Parra, en un concierto en el Auditorio Nacional. Estaba en México como asilado político.
"Estábamos en la búsqueda de dirigir el canto hacia otro lugar, apartarnos del romanticismo y del bolero. Ángel nos mostró la obra de Violeta Parra y nos sorprendió su diversidad. Nos mostró la música de Atahualpa Yupanqui, de Los Alimareños, el folclor de Uruguay, de Argentina; fue un impacto que me aventó hacia otro sitio en la música. Tuvimos la fortuna de tener a Marcial Alejandro y a Mario Arturo Ramos, que nos iniciaron en el camino".