Aunque la trayectoria de Julio Scherer (1926-2015) es amplia y cuenta con más momentos históricos, sin duda estos son los más importantes debido a su trascendencia.
El periodista de origen alemán falleció la madrugada de este miércoles en la Ciudad de México, a los 88 años de edad.
Antes, en la década de los cuarenta, ejercer el periodismo no era tarea de profesionistas. Se trataba, mas bien, de un oficio. Esa fue la época que le tocó al joven Julio Scherer, cuyo objetivo sólo era trabajar en un diario. Incluso abandonó sus estudios en leyes y filosofía para cumplir su sueño.
En Excélsior se inició como mensajero, un cargo menor. Poco a poco ascendió. En la década de los 50 se convirtió en reportero. Elena Poniatowska relata que Scherer tenía una luz especial, pues ganaba exclusivas en tiempos donde la corrupción era la regla periodística. Una primicia parecía imposible para un joven veinteañero que competía contra dos monstruos: Carlos Denegri y Manuel Becerra Acosta. El primero era casi una leyenda, una muy negra por su escasa ética.
El trabajo constante le permitió a Scherer llegar a la subdirección editorial en 1963. Y fue hasta 1968 que logró quedar al frente del "Periódico de la vida nacional". Desde entonces comenzó a forjar un diario irrepetible en la historia nacional. Por sus páginas se lucieron las plumas de Ricardo Garibay, Daniel Cosío Villegas, Luis Villoro, Miguel Ángel Granados Chapa, Jorge Ibargüengoitia, Carlos Monsiváis, Octavio Paz, José de la Colina, Vicente Leñero...
Ya más de un periodista y escritor ha dicho que fue uno de los mejores diarios del continente. "Una obra de arte", resumió Juan Villoro. El Excélsior de Scherer, señala Poniatowska, siempre fue libre. Una opinión que también sustentó Leñero en su novela Los periodistas (1978), donde fue claro al indicar que cada editorialista siempre contó con total autonomía para expresar sus opiniones. El periodismo de Scherer se desmarcó del oficialismo gubernamental.
Sin embargo, aquella libertad le costaría a Julio Scherer y su equipo el destierro definitivo. El 8 de julio de 1976 se dio el llamado "Golpe a Excélsior", en el cual se planeó, desde el interior de la empresa, correr a Scherer y sus colaboradores. Después se supo (incluso algunos documentos de Wikileaks así lo revelan) que fue el gobierno de Luis Echeverría el que orquestó todo el revuelo.
Con ello, se abriría el camino para el segundo gran hito en la carrera de Scherer.
No habían pasado ni seis meses de su expulsión de Excélsior cuando Julio Scherer ya tenía otra publicación: Proceso. Se trataba de un semanario que, según sus propios fundadores (entre ellos Miguel Ángel Granados Chapa, Vicente Leñero y Enrique Maza), nació como una respuesta al autoritarismo del presidente Echeverría Álvarez.
El 6 de noviembre de 1976 apareció el primer número del semanario que hasta la fecha sigue vigente en todo el país. "El sexenio: las palabras y los hechos". Así se titulaba el texto principal, que era una crítica y un recuento al sexenio priista.
"Libre expresión: de Excélsior a Proceso" era otro de los apartados, mientras que Daniel Cosío Villegas también tuvo el suyo: "Memorias de un disidente".
Así, con este editorial, comenzó la historia de Proceso:
"Proceso de los hechos, proceso a los hechos y a sus protagonistas: estas son las líneas de acción de nuestro semanario. Golpeados por la inquína política en términos que causaron asombro dentro y fuera de México, por la impudicia de la agresión y la relevancia de quienes la concibieron, sus miembros no harán de Proceso un semanario del despecho y el resentimiento. Primero, porque comprenden la naturaleza política de los hechos en que se les ha involucrado. Y en segundo lugar, y sobre todo, porque los conforta y obliga la solidaria generosidad de un vasto número de mexicanos decididos a que el silencio no cubra por completo a esta nación".
Ya retirado del diarismo y las redacciones –mas no del periodismo– Julio Scherer logró lo inimaginable: unir a Televisa y Proceso.
¿Cómo lo logró? Con una entrevista que le realizó al subcomandante Marcos el 10 de marzo de 2001, pocas horas antes de que la caravana zapatista ingresara al DF a petición del presidente Vicente Fox.
Los guerrilleros pedían justicia para los pueblos indígenas. Incluso pronunciaron un discurso en el Congreso, un hecho histórico para el país.
La charla entre Scherer y Marcos fue la primera y última ocasión
–hasta ahora– que Televisa y Proceso unen fuerzas en un mismo proyecto. El hecho cobró más polémica porque la gente de la televisora de San Ángel se había aliado 25 años atrás con el gobierno de Luis Echeverría para "tumbar" al diario Excélsior que entonces dirigía Julio Scherer. Por poco más de una hora, el periodismo limó asperezas.
"¿A quién se le reza cuando se es un hombre tan aborrecido, tan temido, tan admirado como usted?", le preguntó Scherer al guerrillero, como confrontándolo, a escasos centímetros de distancia. Marcos respondió con su sabida retórica. Scherer lo increpó: "Usted no puede negarse como un ser carismático". "Sí, sí puedo", contestó el encapuchado, visiblemente molesto.
Pocos, muy pocos, pueden jactarse de haber entrevistado al misterioso ser encapuchado que puso en vilo la estabilidad del país en más de una ocasión.