Llegó a sentirse dueña del mundo. Y lo perdió todo. Durante los más de 20 años que duró su carrera como vedette, probó de todo, literalmente. Pero entre la búsqueda material y el glamur que la rodeaba, dice, terminó por echar en falta el respeto y el cariño del público.
Olga Breeskin afirma que aprendió a leer gracias a la clase política mexicana, con la que se relacionó desde sus inicios. La semilla que sembraron los altos mandos que le decían que era "como un carboncito al que había que pulir", rindió frutos, y ahora tiene dos libros editados: uno de salud y un testimonial sobre cómo llegó a convertirse al cristianismo. "Pasé de diva a pastora, esta es mi verdadera misión en el mundo", asegura. es vegetariana desde hace 29 años y abstemia desde hace casi una década.
Ya no vive de su cuerpo, dice risueña, agitando las pestañas. Pero coqueta, lo sigue siendo.
Su afición por la literatura
Me la impusieron hasta que me gustó. Era una mujer ignorante y cuando empecé a asociarme con hombres sabios y poderosos, me ponían a leer todo el tiempo; me decían: "si no te gusta, vas a tener que seguir leyendo hasta que te guste". Así empecé a desarrollar mi gusto por la literatura y eso me ayuda a leer la Biblia más fácilmente. Me gustan las biografías, no me gusta la ficción, no me gustan las novelas. Cuando me quedé sin el aplauso, me refugié en la lectura, no tenía muchas opciones, una era correr al bar con los cuates a emborracharme, otra refugiarme en la familia; yo ya no tenía familia, así que la lectura fue mi compañera fiel. Aunque de momento no la entendiera, tenía la oportunidad de volver a leer y desarrollé un gusto por lo que pensaron otros.
El fracaso
Estuve a punto de no superarlo. Ahora lo puedo compartir con tranquilidad, mi carrera se derrumbó en 2005, pero se había acabado antes. Una bella de noche no tiene tanta longevidad como nosotras creíamos. Serán máximo 15 años, aunque me cuidé, me di cuenta que el cuerpo no respondía igual. Me refugié en la radio, hice un show que se llamaba El mundo del entretenimiento con Olga, en Las Vegas, que era muy cómodo porque entrevistaba a Julio Iglesias, a Plácido Domingo, ese tipo de figuras, pero por teléfono; podía ir en pijama y el cheque era gordo. Pero justo en ese tiempo pasó lo del show de Juan Gabriel: había sido contratado por el que era mi representante -y, sobre todo mi explotador sexual y laboral, con quien afortunadamente no me casé, si no, yo hubiera sido demandada- y, por una razón que se llevó a la tumba, Juan Gabriel no se presentó. Esa fue mi debacle.
Las pérdidas materiales
Al principio, se me desmoronó todo. La bella de noche ahí cayó tan abajo, que sólo me quedó el violín, fue lo único real en Olga Breeskin, lo demás se perdió. Pero era difícil confesarlo, por eso no quería filmar el documental, no tenía ni una casa a donde fueran a entrevistarme. La casa que sale en la película, el carro, hasta la ropa, todo fue prestado. Más abajo no podía caer; me iba a quitar la vida. No podía soportar que después de haber tenido mansiones viviera en un cuarto de criados, sin dinero, siendo el hazmerreír del espectáculo, por adicta, por promiscua. Fue cuando llegó la invitación para conocer a Cristo.
La noche
Era un medio natural para las bellas. Llegaban las seis de la tarde y empezábamos a sentirnos ya aplaudidas, deseadas, asediadas y pagadas. Para nosotras las 10, 11 de la noche, era como para ustedes las nueve de la mañana, cuando todo empieza. La noche era lo máximo, nos daba el segundo aire para irnos a dormir hasta las siete de la mañana.
La corrupción
No la hay solamente en México; es mundial. Pero siento que ahora la impunidad está desapareciendo. Antes había favoritismos, se tapaba el sol con un dedo, teníamos conexiones para hacer de las nuestras en evasión fiscal, lo que sea, teníamos palancas. Que ya se haya exterminado la corrupción, eso no lo sé, pero es mi deseo.
La farándula en el poder
Ahora podemos aspirar a ser unas primeras damas. Fue un logro a favor de las mujeres que una actriz, y una buena actriz, como Angélica Rivera sea nuestra Primera Dama. Lo digo de corazón, yo ni siquiera vivo aquí como para querer lograr algún beneficio de este comentario. Yo lo único que quiero es la paz, que se extermine el hambre, que se acabe el dolor de los que sufren y por eso elevo mis oraciones. Como mujer cristiana no me puedo poner a criticar a los gobernantes, sino a orar por ellos.
Lo que viene
Hoy se estrena el documental Bellas de noche, de María José Cuevas, que rinde homenaje a cinco de las vedettes más famosas en la década de los 70 y 80; un retrato íntimo de Olga Breeskin, Rossy Mendoza, Lyn May, Princesa Yamal y Wanda Seux, en el que se muestra cómo se han reinventado, prácticamente, en el retiro.
La cinta, cuya filmación demoró 10 años, alterna imágenes de la vida actual de las vedettes, con pietaje de películas o programas de la época. Se estrenará con 70 copias luego de haber obtenido los premios al Mejor Documental Mexicano, el Guerrero de la Prensa y la Mejor Película Hecha por una Mujer en el pasado Festival Internacional de Cine de Morelia.
Con su propia oficina de representación, Olga Breeskin ofrece shows musicales en Las Vegas, donde radica desde hace más de una década y es oradora en su iglesia.