El destino quiso que naciera en República Dominicana, que encontrara su vocación de diseñador en España y radicara, después, entre Nueva York y París, las capitales de la moda que marcaron con su inigualable estilo. Oscar de la Renta fue considerado un ciudadano del mundo.
Para su padre, un cotizado agente de seguros, no fue fácil aceptar que su hijo del mismo nombre le revelara su intención de estudiar pintura abstracta, apenas cumplió la mayoría de edad. En lugar de reprenderlo o hacerlo desistir, gastó buena parte de sus ahorros en pagarle al joven un viaje a Madrid.
El aprendiz ingresó a la Real Escuela de Arte de San Fernando con la ilusión de convertirse en un Pablo Picasso o un Salvador Dalí, pero su entusiasmo por los estudios se extinguió rápidamente al encontrar trabajo en el taller madrileño de Cristóbal Balenciaga. Un boceto de vestido del joven De la Renta llamó la atención del que era considerado entonces el mejor costurero de España.
El vestido se convirtió en portada de la revista Life y fue modelado por Beatriz Lodge, la hija del embajador de Estados Unidos en España. Fue reclamado por París, pero sólo permaneció dos años y decidió llevar la aventura a Nueva York.
Elizabeth Arden lo tomó bajo su protección y le ofreció un puesto como diseñador de alta costura. El genio empezó a tomar forma. El inquieto Oscar siguió su camino y se enamoró de la editora de moda de la revista Vogue de Francia, Francoise Langlade, con quien contrajo nupcias. Luego decidió que era tiempo de lanzar su propia marca de ropa.
Una de sus primeras clientas fue Jacqueline Kennedy. Luego vistió a Nancy Reagan, Laura Bush y Hillary Clinton. En 1970 lanzó una línea de moda masculina, cuando los hombres empezaron a preocuparse por lucir su imagen.
Hollywood también se rindió a sus pies: sus diseños han sido favoritos para ser portados en la alfombra roja por las nominadas al premio homónimo; entre las más asiduas, figuran las actrices Nicole Kidman, Penélope Cruz y Anne Hathaway.
Nueva York lo homenajeó en la serie Sex and The City cuando su protagonista Sarah Jessica Parker dedicó un capítulo entero a tratar de conseguir un vestido de novia Oscar de la Renta como muestra de amor.
El Sultán de lo suave fue diagnosticado con cáncer en 2006. Tras cinco años de lucha, lanzó una fragancia, Live in love, cuyo nombre, decía, era una alusión a su vida presente, pues consideraba que la enfermedad había sido una advertencia para apreciar lo verdaderamente valioso. "Se trata de amarse a uno mismo y de amar la vida".
En 2013 parecía que la salud había vencido al macabro rival. "Sí, tuve cáncer. Ahora mismo, estoy totalmente limpio", dijo en la serie radiofónica Fashion series de la New York City's 92Y. Pero al año siguiente, el mal terminó con su vida en su residencia de Connecticut, a los 82 años.