Algarabía

Margaret Hamilton: La mujer que guió al Apolo 11

Hamilton es ingeniera de software pionera, pero también es la persona que creó el término mismo “ingeniería de software” para que su disciplina lograra el reconocimiento debido.

Sin las contribuciones de Margaret Hamilton el alunizaje de Apolo 11 no hubiera sido posible. (flickr Repsol)

“Queremos inspirar a las mujeres a que hagan lo que quieran y sean capaces” - Margaret Hamilton.

Desde hace siglos las mujeres han tenido una gran participación en los avances tecnológicos; descubrimientos en ciencia, física o química, sin embargo, sus nombres han sido invisibilizados por la sociedad, ya que la mayoría de estos atributos se les han otorgado a los hombres sin tomar en cuenta que muchas mujeres aportaron a grandes avances, por suerte, hoy en día se busca visibilizar y dar reconocimiento a todas ellas.

Un ejemplo de lo anterior es Margaret Hamilton, la primera mujer ingeniera de la NASA que hizo posible la llegada del hombre a la Luna en 1969. Además, fue ella quien acuñó el término: Ingeniería de Software. Sin duda, una visionaria de la informática e interesada por tejer redes de mujeres informáticas. Pero conozcamos más sobre quién fue y cómo llego a dirigir la misión más importante para el ser humano.

Su pasión por estudiar matemáticas

Hamilton nació el 17 de agosto de 1937 en Paoli, un sitio ubicado en Indiana, Estados Unidos. Desde la adolescencia su pasión fueron las matemáticas, por lo que decidió estudiarlas en la Universidad de Michigan y posteriormente continuó sus estudios en Farlham College, donde concluyó en 1958 y se tituló como Matemática; además realizó un diplomado de otra rama totalmente diferente, Filosofía.


Su deseo por sumergirse, aún más, en el mundo de las matemáticas se vio interrumpido por un largo periodo, debido a que su esposo estudiaba en Harvard y los gastos económicos eran fuertes, así que Margaret se puso a trabajar como profesora de matemáticas y francés para ayudar a su marido a terminar la carrera.

La marea económica mostró calma y así fue como pudo continuar con sus sueños y su pasión. Por lo que, se mudó a Boston para estudiar matemáticas abstractas en la Universidad Brandeis y siguió con su camino del aprendizaje en lo que más le gustaba estudiar.

Los nuevos conocimientos en campos desconocidos

A la edad de 24 años y con tan sólo dos años de graduada tuvo la oportunidad de entrar a trabajar en Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT por sus siglas en inglés). Donde estuvo coordinada por el profesor Edward Norton Lorenz, a quien le aprendió nuevos conocimientos; además aprendió diversos lenguajes de programación, pero cabe destacar que todo fue de manera autodidacta. Las grandes enseñanzas que obtuvo y las mismas que ella aprendió, fueron notables y suficientes para destacar entre los demás.

Gracias a sus conocimientos, fue una de las encargadas del proyecto Sage Philco-Ford, en el que tenía la responsabilidad de desarrollar un software para el primer ordenador que buscaba aeronaves desconocidas en el espacio aéreo.

El grandioso éxito que consiguió a raíz de esa misión le permitió trabajar en el Laboratorio Charles Stark Draper del mismo instituto, el cual trabajaba para el Programa Apolo. La puerta de entrada a este nuevo proyecto le cambiaría la vida, y no sólo a ella, sino que, a la humanidad.

Hamilton: la mujer más importante en la misión del Apolo 11

Los extraordinarios conocimientos de Hamilton y su insistencia por querer aprender más sobre las matemáticas, la informática y en sí sobre el mundo en general la llevaron a un camino totalmente diferente y desconocido para ella, pero eso no la detuvo para hacer cosas grandiosas.

El gobierno norteamericano pidió al MIT que Hamilton participará en el programa espacial y así fue como junto a su equipo diseñaron parte del software que hacía funcionar el Módulo de Mando y el Módulo Lunar de la misión Apolo 11.

En una entrevista para el medio BBC News la ingeniera comentó lo siguiente:

“Estábamos creando un campo nuevo, no había ninguna institución que enseñara a programar. Cuando no podíamos hallar respuestas, debíamos inventarlas”

El objetivo principal del Apolo 11 era lograr que los astronautas: Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins salieran de la superficie terrestre para poder caminar sobre la Luna. Recordemos que, esta fue la quinta misión espacial tripulada por el Programa Apolo y fue la primera de la historia en conseguir su cometido.

El equipo para la misión estaba conformado por científicos, astronautas, matemáticos, ingenieros, etc. Sin embargo, el papel de Margaret Hamilton como ingeniera de software fue de suma importancia, ya que sin sus contribuciones el alunizaje no hubiera sido posible.

La matemática había diseñado un sistema “asicrono”, que permitía dar prioridad a las funciones imprescindibles, descartando las que no lo eran. Gracias a ese sistema fue como tuvo éxito el Apolo 11, pues minutos antes de que pisaran la Luna se dispararon alarmas debido a un error y con su software evitó una enorme crisis que habría sobrecargado al ordenador.

“La acción del software fue la de eliminar tareas de prioridad baja y restablecer las más importantes” - Margaret Hamilton, 1971

El legado que dejó Margaret Hamilton

El legado que dejó la ingeniera en software fue claro y valioso para el mundo de la astronomía. Después de ese grandioso éxito creó su propia empresa Hamilton Technologies, para que pudiera seguir innovando en el mundo de la ciencia.

Todos sus logros y su arduo trabajo fueron poco reconocidos durante esa época. Hasta el año 2003, en el que por primera vez se le reconoció con el premio, Exceptional Space Act Award otorgado por la NASA. Tiempo después el presidente de Estados Unidos, Barack Obama la galardonó con la Medalla Presidencial de la Libertad, el mayor galardón que el país otorga.

Con su talento y pasión, Margaret Hamilton se convirtió en una auténtica pionera de la informática, una mujer que fue vital para el éxito de las misiones Apolo y que además ayudó a crear las bases de la ingeniería de software. Ahora queda seguir visibilizando su trabajo para que éste no se pierda en el espacio exterior.

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