La pandemia nos ha ayudado a entender que nada en esta vida es seguro. Ya pasamos por un proceso de adaptación cuando el coronavirus nos confinó en las casas. No tendría por qué ser diferente ahora que el mundo comienza a retomar la actividad y las oficinas vuelven a ser el centro de reunión.
Así lo cree Isabel Gutiérrez, psicóloga de la Universidad Panamericana y ex coordinadora del área de Desarrollo Social de Cola-Cola FEMSA. “La ansiedad es el síntoma que más vamos a ver en este regreso escalonado a la normalidad: gente nerviosa por volver al mundo exterior y temerosa de todo”.
Y es que regresar a la oficina tras meses de home office no es sencillo. En primera, porque los horarios del sueño se modifican de golpe. Olvídate de levantarte a las 7:45 am para entrar a una junta por Zoom a las 8:00 pm. El tráfico volverá a ser tu peor enemigo. O peor aún: el transporte público abarrotado de personas respirando a centímetros de tu boca, tu nariz, tus oídos… habrá motivos de sobra para creer que tienes una especie de TOC.
“Pero tampoco podemos volvernos obsesivos. Lavar incontrolablemente las manos o las superficies, lejos de ser la solución, podría convertirse en el inicio de un problema”, señala Gutiérrez.
Uno de los mayores obstáculos será aprender a usar el cubrebocas por más de ocho horas diarias. Un verdadero infierno para quien solo estaba acostumbrado a portar la mascarilla cuando se asomaba fuera de casa. Como lo ha documentado la Fundación Mexicana para la Dermatología, el uso constante de cubrebocas provoca afecciones en la piel como dermatitis, acné o rosácea.
La palabra clave en todo esto es: TOLERANCIA. Tendrás que aprender a ser tolerante: no todos tus compañeros se cuidarán de la misma forma que tú. Habrá quien extrañe la taza de café por las mañanas; habrá quien no. Habrá quien prefiera aislarse en su cubículo; habrá quien no. “Todo se reduce a diálogo y tolerancia”, asegura Gutiérrez.
Respira y habla con tus compañeros de trabajo y líderes de tu equipo. Es más normal de lo que imaginas sentirse así. Observa lo positivo del regreso: volver a ver a tu equipo de trabajo, la separación del hogar de la vida laboral y retomar la rutina perdida. Previo a tu regreso a la oficina: planifica, ya sea revisando el guardarropa o buscando la mejor ruta para llegar; y cuida tus pensamientos, evita que la sobreinformación te invada.
Pero, si comienzas a sentir que todo va mal, si se alteran tus horas de sueño o si comes menos o más de lo normal, no dudes en pedir ayuda psicológica. Es más común de lo que crees.
Este texto es parte del especial ‘Cómo...’ de la revista Bloomberg Businessweek México. Consulta aquí la edición fast de este número.