Cuando a los 8 años de edad, Jesús González Gutiérrez visitaba el Hospicio Cabañas para ver los murales de José Clemente Orozco con su padre, jamás se imaginó que la pasión por el fresco, su trabajo y las oportunidades de la vida lo colocarían unos años después como el muralista mexicano que transmite a nivel nacional e internacional las técnicas ancestrales de este arte.
En 2021, Jesús fue invitado a Parzęczew, Polonia, para realizar un mural al fresco en la fachada del edificio municipal de la población que conmemora los 600 años de fundación de la ciudad. Viajó para plasmar los personajes históricos y eventos relevantes del lugar con la asistencia de la pintora oaxaqueña Siegrid Wiese.
”Como mexicano es un orgullo recibir la invitación internacional. Es una satisfacción que se reconozca el trabajo y siempre estoy abierto y gustoso a explicar, ayudar y transmitir esta técnica milenaria mexicana que nos dejaron nuestros abuelos, nuestros ancestros”, afirmó en entrevista.
Su trayecto en el muralismo inició desde pequeño cuando vivió en Guadalajara, Jalisco, y se concretó a los 17 años en Coyoacán, CDMX, al tomar clases con el maestro Pedro Hernández Ángeles, que a su vez aprendió y trabajó con Diego Rivera. “Yo le preguntaba muchas cosas y me decía: ‘las mismas preguntas yo le hacía a Diego Rivera, pero nunca me daba una respuesta, me daba la vuelta’”, comentó.
Esas preguntas lo llevaron a Nueva York por 8 años, en los que estudió en The Art Students League donde, de alguna manera, siguió el rumbo de Orozco.
”Conocí al maestro David Margolis, quien también conoció a Orozco cuando pintó en New School for Social Research. Tuve que llegar a Nueva York para empaparme más de Orozco por medio de otro pintor”. Después de Nueva York, volvió a la Ciudad de México para viajar posteriormente a Oaxaca, en donde fundó la Escuela de Muralismo.
Fue ahí donde desde hace 12 años encontró su lugar y tiene en la actualidad su “centro de operaciones”, como le han llamado sus amigos a ese taller al aire libre, con andamios y muros para tratar, pintar e involucrarse con el fresco desde el inicio. “Cuando impartí un taller en la Universidad de Varsovia me inspiré en ese lugar para abrir la escuela enfocada a la tradición de la pintura mural. Es curioso, pero ni Italia tenía uno así”.
Es ahí donde llegan locales y extranjeros que, cansados de buscar quien les enseñe del muralismo al fresco, caen en las manos de Jesús, quien comparte de México lo que tiene a la mano.
”Enseñamos todo el proceso desde la preparación de los mate-riales y la cal, que es el elemento principal. La enseñanza inicia desde ir a la central de abastos y comprar la piedra y regresamos al estudio para alistar los andamios, herramientas y pigmentos necesarios para la restauración del muro. Esta es una técnica que muchos conocen, pero a la vez no saben cómo realizarla, porque el fresco es algo que ya no se enseña en las escuelas de arte”.
Uno de los impulsores del proyecto fue el maestro Francisco Toledo quien se interesó en la difusión de la técnica.
“Es más común hablar del fresco italiano de la Capilla Sixtina, pero en mí siempre hubo la inquietud de saber cómo lo hacían los mayas y zapotecas, así como los materiales y herramientas que utilizaban, y la mezcla de raíces para dar el color. Tengo años investigando todo eso”.
Para Jesús, a quien el mural al fresco es una necesidad de vida, lo que sigue en su futuro es continuar con la difusión del fresco y cumplir con invitaciones para plasmar una técnica mexicana en muros de otros países. “México tiene mucho potencial en las artes y el fresco es un legado ancestral que debe transmitirse”.
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