Carlos González salió de su auto al calor cruel del centro de Monterrey, echó un vistazo al bar Casa Brava y exclamó: “¿Otra vez?”. González, quien tiene la tarea de rastrear el robo de agua en la capital industrial de México, había inspeccionado el mismo bar días antes, descubrió que estaban canalizando agua ilegalmente de la red y cortó el suministro. El bar respondió conectándose de nuevo directamente.
En las últimas semanas, el equipo de González se ha vuelto parte fundamental de los planes del gobernador Samuel García, de 34 años, para combatir una crisis hídrica que ha paralizado el árido estado fronterizo del noreste. En junio, las autoridades se vieron obligadas a recortar el acceso al vital líquido a los casi 6 millones de ciudadanos del estado a un máximo de siete horas al día, a medida que las presas corrían el riesgo de vaciarse por completo. Desde entonces, los inspectores de la autoridad del agua del estado de Nuevo León han estado muy ocupados.
Los grifos para uso doméstico se abren a primera hora de la mañana y se cierran alrededor de las 10 a.m., sin embargo, muchas personas no tienen agua en absoluto, por lo que tienen que hacer fila todos los días con sus contenedores en las cisternas de la ciudad.
Algunos de los que sí tienen agua han reportado que esta sale turbia y con un tono marrón porque el agua bombeada desde casi el fondo de las represas extrae algo de sedimentos, también han dicho que el agua sale incluso azul brillante, a medida que la baja presión significa que el líquido del inodoro fluye hacia las tuberías destinadas al agua potable.
El cambio climático está golpeando duramente la zona. Tanto el calor medio como el extremo han aumentado, con un incremento de la temperatura media estimado en 1.5 °C por encima de la norma preindustrial, mucho más que el promedio global. Sin embargo,
México y Centroamérica esperarían peores sequías en los próximos años, según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés), que señaló que el uso intensivo de agua en el norte de México y el oeste de EU y la sobrecarga a la infraestructura agravan los riesgos relacionados con el clima.
Monterrey almacena sus recursos hídricos en presas, por lo que para la ciudad, el aumento de temperatura significa una mayor evaporación. El área en general pierde gran parte del agua que llega con las lluvias, dado que, tras años de sequía el suelo se ha vuelto más duro, lo que reduce el nivel de infiltraciones y aumenta la probabilidad de inundaciones. El clima cambiante y un historial de fracasos para abordar los problemas del agua del estado han creado “la tormenta perfecta”, dijo Alfonso Martínez, secretario de Medio Ambiente de
Nuevo León. Hasta ahora, “la política de la gestión sostenible del agua no existía, nunca estuvo presente”, dijo Martínez. Hasta ahora no hay “ninguna norma para cuidar el agua, ninguna norma para captar agua de lluvia, ninguna norma para dejar de regar el pasto”.
El colapso ha afectado a cada uno de los sectores de la sociedad regiomontana, una de las ciudades más prósperas de América Latina. El mes pasado el alcalde dijo que llevaba diez días sin agua en su casa.
“Monterrey es una ciudad con mucho dinero”, indicó David Campos, un conductor de Uber de 55 años y profesor de inglés que condujo 40 minutos por la ciudad para hacer fila bajo el calor abrasador en un intento por conseguir agua. La esposa de Campos está siendo tratada por cáncer de mama y él esperaba que 100 litros duraran dos días para su familia de cuatro. “No estamos acostumbrados a vivir así”, dijo.
Además del clima castigador, el suministro de agua de Nuevo León se ha visto afectado por el dramático crecimiento de la población y la mala gestión sistémica. Entre 2000 y 2020, la población del estado creció más de un 50 por ciento, de 3.8 millones a 5.8 millones, al tiempo que personas de todo México se mudaron buscando trabajo al estado con el tercer PIB per cápita más alto del país y que cuenta con una variedad de plantas productoras.
Entre 2000 y 2013, el consumo de agua creció un 45 por ciento, mientras que el suministro solo un 12 por ciento. Absurdamente, la posibilidad más probable de que el estado salga rápidamente de la crisis del agua sería tener un nuevo desastre, como un huracán o constantes aguaceros, según han dicho varios expertos. “No creo que la solución ahorita sea orar para que llegue el agua de un huracán”, dijo Ruth Cerezo-Mota, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México y uno de los autores principales del trabajo reciente del IPCC sobre el ciclo del agua en la Tierra.
Alrededor del 10 por ciento del agua del estado se pierde por robo y otro 11 por ciento por fugas, estima Juan Ignacio Barragán, director de Agua y Drenaje, la empresa estatal de agua.
Con la intención de acabar con esto, la empresa ha aumentado el personal en los equipos que trabajan para combatir ambos problemas. Sin embargo, los resultados siguen siendo limitados. A la gente le cortan el agua con regularidad y simplemente se vuelve a conectar “otra vez, otra vez, y otra vez”, dijo
González, un hombre de 36 años de rostro lozano que pasa sus días dando vueltas por Monterrey con tres colegas en un pequeño Peugeot blanco, lleno de basura y envases de la comida callejera que consumen al paso. La ciudad multa a los infractores, pero algunos se escapan sin pagar.
Junto con los esfuerzos para reducir el desperdicio, el plan del gobernador de 25 mil millones de pesos (cerca de 1.250 millones de dólares) para aumentar la oferta implica desarrollar 132 nuevos pozos poco profundos y 20 pozos profundos, así como terminar la construcción de la presa Libertad. Por su parte, el sector privado de Nuevo León se convirtió en objeto de escrutinio, después de que el presidente Andrés Manuel López Obrador dijera:
“En una situación de emergencia, se tienen que priorizar, se tiene que atender primero a la gente, no el agua para las empresas”. Actualmente, las empresas tienen derecho a usar alrededor del 4 por ciento del agua del estado y la principal asociación empresarial ofreció ceder un poco más de la cuarta parte de esos derechos a la ciudad durante la crisis, aunque no sabe con precisión cuánta de esa agua se usa. A principios de julio, el gobernador García dijo que los esfuerzos combinados han ayudado a que el suministro de Nuevo León se recupere de 11 mil litros por segundo a 13 mil 300, esto todavía muy por debajo del mínimo de 16 mil 180 que necesita su gente, industrias y Gobierno.
Por su parte, García ha culpado de la crisis a la “irresponsabilidad” de su antecesor, Jaime Rodríguez Calderón, conocido como “El Bronco”, quien fue arrestado en mayo acusado de corrupción.
García alega que durante sus seis años en el cargo, la Administración de Rodríguez robó 18 mil millones de pesos (casi mil millones de dólares) y señaló a Agua y Drenaje como un punto crítico.
Cuando Rodríguez asumió el cargo en 2015, la empresa contaba con alrededor de mil millones de pesos en activos, pero ahora tiene 4 mil millones en números rojos, según una investigación de la organización sin fines de lucro Mexicanos Contra la Corrupción. El abogado de Rodríguez se negó a comentar sobre las acusaciones.
“La Administración de Rodríguez no hizo muchas de las mejoras que desde entonces eran urgentes, lo que significa que problemas como las fugas empeoraron”, dijo Ismael Aguilar Barajas, profesor de la Universidad Tec de Monterrey y autor de una publicación sobre los problemas de agua de la ciudad. “Faltó visión, faltó planeación, faltó tomar en cuenta más seriamente el clima”, dijo.
Mantener la red hídrica funcionando a la perfección resulta todo un desafío. A mediados de junio, una tubería rota provocó la fuga de 700 litros por segundo del sistema, aproximadamente el 6 por ciento del suministro total en ese momento. “Casi me dio un infarto”, dijo Barragán, quien quedó al frente de la emproblemada autoridad estatal del agua el año pasado. “Fue terrible. Fue una fuga, la más grande de la historia de esta empresa”.
A pesar de las deficiencias del Gobierno anterior, la ira de muchos ciudadanos se ha enfocado en el nuevo gobernador, quien asumió el cargo el año pasado y regularmente publica en TikTok los esfuerzos de su Administración. Bajo un calor sofocante, en la fila para conseguir un poco de agua, una mujer de 73 años usó una palabrota para describir a García. David Campos, el conductor de Uber, ni siquiera quiso decir su nombre.
“Prometió mucho y ha logrado muy poco”, dijo. Manifestantes en algunas áreas sin agua han estado bloqueando calles y carreteras importantes en un esfuerzo por llamar la atención de las autoridades, y también han estallado enfrentamientos entre personas que están desesperadas por no contar con el servicio. “Si el Gobierno del estado no maneja esto de una manera cuidadosa, podría estallar un conflicto social donde puede haber hasta muertes”, dijo Aguilar. “Creo que esto es una cosa muy delicada”.
Incluso antes de que comenzara la crisis, no era raro que los inspectores de robo de agua del estado recibieran amenazas de las personas que atrapaban. El colega de González, Armando San Miguel, dijo que la gente se portó agresiva dos o tres veces el año pasado y su oficina tuvo que involucrar a la policía después de haber sido amenazado.
Ante la situación, Agua y Drenaje dijo que formará un consejo técnico con el objetivo de apoyar a tomar las decisiones más adecuadas en el tema y con una visión de largo plazo, en donde se estaría considerando implementar una tarifa progresiva.
“Hay países como Israel y ciudades como Phoenix qué son muy exitosos en términos económicos y que tienen mucho menos lluvias que Nuevo León, entonces hay buenas prácticas que se han llevado a cabo en esos países, hay que estudiarlas y buscar emular aquellas que sean propicias para poder nosotros enfrentar en el largo plazo y adaptarnos a esta modificación del cambio climático, y uno de estos elementos puede tener que ver con la tarifa”, indicó Barragán en conferencia de prensa a finales del mes pasado. Señaló que será el consejo técnico el que proponga a partir de qué cantidad de consumo de agua se aplicaría un aumento en la tarifa.
Por el momento, al tiempo que los inspectores recorren una ciudad llena de ciudadanos furiosos dentro de un automóvil que porta el nombre de la compañía de agua, parece que el peligro podría estar a la vuelta de la esquina. “A nosotros sí nos da miedo ahorita que está tapando las avenidas la gente porque no tiene agua. Imagínate si tú en la avenida te quedas en medio donde está el desmadre, la gente, en tu carro”, dice San Miguel.
“Te pueden linchar. Puede pasar”.
*Con la colaboración de Kevin Simauchi.