Contra todos los pronósticos, la economía mexicana dio la campanada. El desempeño de la actividad productiva en los últimos meses ha generado una grata sorpresa, al mostrarse resistente, lo que contrasta con las principales economías a nivel global, y además ha generado revisiones al alza en los pronósticos para el presente año.
La expansión de la actividad económica fue impulsada por el comercio al por mayor, las manufacturas, en especial el sector automotriz, y los servicios de alojamiento temporal y de preparación de alimentos y bebidas. Esto, ante el favorable desempeño de la demanda en Estados Unidos, del mercado laboral, la captación de remesas y la reapertura de las actividades tras la pandemia.
En la última encuesta de Citibanamex los pronósticos de crecimiento para este año se elevaron a 2.5 por ciento, desde el 2.0 por ciento previo.
Pero no cantemos victoria, el riesgo de una desaceleración para el 2023 sigue latente, los altos niveles en los precios y el incremento en la tasa de interés debilitarán el dinamismo de la actividad, la incertidumbre política y una posible crisis en Estados Unidos podrían tirarnos de la nube.
De acuerdo con el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), la economía creció 4.7 por ciento a tasa anual en agosto pasado, su mayor variación desde julio del 2021. Por grandes grupos de actividades, las terciarias crecieron 5.4 por ciento, seguido por las primarias, 4.3 por ciento, y las secundarias, 3 por ciento.
“Fue una gran sorpresa el resultado del IGAE”, dijo Gerardo Copca, director de análisis MetAnálisis, quien aseguró que “el principal motor de la economía fue el sector manufacturero que ha mostrado una recuperación muy fuerte tanto en exportaciones, como a nivel interno”.
“En específico, el subsector automotriz. Luego de presentar una caída muy fuerte durante el 2021, este año ha presentado una recuperación acelerada ante la mejoría en las cadenas de suministro”, aclaró.
Agregó que otros factores que han impulsado a la economía, es la demanda interna como el consumo que se ha mantenido fuerte a pesar de las presiones inflacionarias y la inversión fija bruta que sigue mostrando cierta mejoría.
Además, comentó que el sector de la construcción aún se mantiene muy débil y sin recuperar los niveles anteriores a la pandemia, por lo que se convierte en el principal obstáculo para la economía.
“Se registró una mejoría en la economía en los últimos meses en algunas variables clave, tanto en el sector manufacturero como en los servicios, originada por una demanda norteamericana todavía muy fuerte, y el flujo de remesas familiares, lo que se contrarresta con la elevada inflación global y los incrementos en las tasas de referencia de los principales bancos centrales”, señaló Ernesto O’Farril, presidente de Grupo Bursamétrica.
Andrés Abadia, economista sénior para América Latina de Pantheon Macroeconomics, afirmó que en general son buenas cifras, “las remesas sólidas del exterior y la relajación de algunos factores que perjudican a los sectores clave, en particular la manufactura y los servicios. Estos impulsores positivos lograron compensar una serie de obstáculos, particularmente la alta inflación y las condiciones financieras más estrictas”.
Destacó que la actividad de servicios impulsó el alza y en específico el de comercio, “los fundamentos sólidos han respaldado al sector, en particular al consumo privado, con un crecimiento saludable del crédito al consumo y las remesas de los Estados Unidos”. Asimismo, la actividad secundaria fue sorprendentemente resistente, dada la debilidad del sector de la construcción y el lento desempeño de la minería y el petróleo.
Además, la actividad manufacturera se está debilitando, luego de una impresionante primera mitad del año.
Saidé Salazar, economista principal de BBVA México, afirmó que el sector terciario ha mostrado el mayor dinamismo y el segmento de servicios profesionales, el cual fue afectado por la implementación de la ley outsourcing, está impulsando este avance; le sigue el comercio al por mayor, ampliamente vinculado a la manufactura.
La economista añadió que respecto a la industria, la manufactura reporta el mayor dinamismo dentro del sector, mientras que la construcción es el mayor lastre para la economía.
“Del crecimiento de 2.5 por ciento que estimamos para el PIB de este año, una buena parte está relacionada al veloz resurgimiento de las exportaciones y al mayor consumo que el crecimiento histórico de las remesas ha permitido”, aseguró Carlos González, Director de Análisis Económico de Monex.
Desaceleración en la económica para el 2023
De cara al futuro, las perspectivas económicas siguen siendo desafiantes. Para comenzar, la inflación seguirá siendo demasiado alta, habrá incremento en las tasa de interés, el ingreso disponible estará bajo presión y las remesas del extranjero se están desacelerando.
Por lo anterior, el deterioro del poder adquisitivo, altos costos financieros y creciente incertidumbre económica, el consumo privado, la inversión fija y las exportaciones exhibirán menor dinamismo a partir del último trimestre del año y buena parte de 2023.
“El cuarto trimestre seguiremos viendo un crecimiento de la economía, por el comparativo contra el año pasado, ya que hubo muchos sectores que estuvieron cerrados por el incremento en los casos por Covid-19, mientras que este año todas las actividades ya están abiertas”, aseguró Copca.
“Mientras que para el 2023, las perspectivas económicas no son alentadoras, el alza en los precios continuarán, las condiciones financieras más estrictas también serán un lastre, el aumento de la incertidumbre política siguiendo la retórica populista de AMLO, también limitará el gasto de capital y mantendrá baja la confianza empresarial”, explicó Abadia.
“El panorama se nubla para 2023 en un entorno de elevada inflación y mayores tasas de interés”, aseveró Saidé Salazar.
La posibilidad de que nuestros principales socios comerciales entren en una situación recesiva no constituirá un obstáculo menor para nuestra economía, advirtió González.
“Así, la vulnerabilidad en el entorno para la actividad será compartida a nivel regional y, aunque pensamos que el mercado interno seguirá siendo un soporte importante para el consumo, las implicaciones de un contexto global adverso no podrán dejarse de lado y se traducirán en un techo rígido para los prospectos de avance de la economía”, añadió.
Perciben mejoría gradual
Gabriela Luna Gómez, comerciante independiente, comentó que en comparación con el 2020 la economía ha mejorado, “como consecuencia del confinamiento que impusieron por la pandemia, cerramos temporalmente nuestro negocio, por lo que tuvimos que ocupar el ‘guardadito’ que teníamos”.
“Y con el regreso de las actividades, el negocio va mejorando pero aún no hemos podido recuperarnos del todo, ya que el incremento de los precios ha limitado las ventas”, comentó.
Para el próximo año, la principal preocupación para Gabriela es la inflación, ya que los productos de la canasta básica siguen subiendo y no se sabe hasta cuándo continuará con esa tendencia, “por lo que tenemos que cuidar nuestro dinero”, afirmó.
Otro lado de la moneda
Todo comenzó siendo una crisis sanitaria en 2020, por el Covid-19, y mutó en una crisis económica, crisis del empleo, crisis social, crisis petrolera… y por si fuera poco, recientemente estamos en un periodo de crisis inflacionaria.
Pero no son comparables las crisis que sufren a los empresarios, inversionistas, banqueros que ven reducidas sus ganancias, que lo que afecta a personas que no tienen un empleo, albañiles, enfermeras, familias que perciben bajos ingresos o que pagan renta, entre otros.
El miedo que persiste en la población es la inflación y a pesar de tener señales de desaceleración, el bolsillo no lo siente así. El poder adquisitivo de la personas ha empeorado y la sensación es que se mantendrá así por mucho tiempo.
Alicia López Luna, quien se desempeña como enfermera especialista, relata: “luego del confinamiento por la pandemia por el Covid-19, mi economía se ha visto muy apretada y más por el incremento en los precios de este año, ya que mi sueldo sigue siendo el mismo y no me alcanza para comprar los mismo que antes”.
La percepción de Alicia sobre la inflación para el siguiente año es que se mantendrá alta o parecida en los niveles que actualmente se encuentra, y señaló que los precios en la canasta básica, la ropa, tenis y la gasolina serán los productos que aumentarán más sus costos.
A pesar de que la actividad económica mejoró en el tercer trimestre del año, ella señaló que la economía no se encuentra en un mal momento y consideró que no va a mejorar en mucho tiempo.
“Mi economía personal no ha mejorado, pero tampoco ha empeorado, lo que sí ha cambiado es la incertidumbre sobre qué pasará con el incremento en los precios de la canasta básica, eso me genera mucho estrés”, dijo Emilce Flores Avilés, administradora de ventas.
Emilce aseguró que hacia adelante sus ingresos no van a mejorar, por el contrario podrían ser afectados por los altos niveles inflacionarios y sus metas para comprar un automóvil se van desvaneciendo.
Resaltó que comprar los víveres en el supermercado comienza a ser un lujo, “con los altos precios de los alimentos, hay personas que piensan dos veces antes de adquirir un producto y buscan otras alternativas para poder llevar lo necesario a casa”.
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