Bloomberg Businessweek

La sucesión adelantada en el 2023

Los partidos buscan posicionar con antelación a sus prospectos de candidatos presidenciales para tener más oportunidades de lograr resultados favorables.

Tradicionalmente, en México los partidos políticos nacionales definen a sus candidatos faltando de 6 a 9 meses para las elecciones. Ese proceso se conocía en otros tiempos como “el destape”.

Aunque el periodo de registro formal de candidatos presidenciales será hasta el primer trimestre del 2024, las fuerzas políticas contendientes buscan posicionar a sus prospectos para tener más oportunidades de lograr resultados favorables en los procesos electorales. Por eso la necesidad de que la definición se dé meses antes del registro.

Eso implicaría que, a más tardar, en el último trimestre del 2023 tanto Morena como la Alianza Opositora buscarán tener definido a su candidato o candidata presidencial. Eso será dentro de 8 o 9 meses. En realidad será pronto.

Los retos son muy diferentes según la fuerza política. Veamos algunos de ellos. En el caso de Morena, ya existen las personas que pretenden convertirse en candidatos presidenciales, los que popularmente se les ha denominado “corcholatas”, tras la denominación usada por el propio Presidente de la República.

Se trata de cuatro aspirantes: la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum; el Canciller Marcelo Ebrard; el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, y el líder de la mayoría morenista en el Senado, Ricardo Monreal.

Igualmente, Morena parece tener ya bien definido el método formal de selección de su candidato o candidata: la realización de encuestas, lo cual se encuentra establecido en sus estatutos.

El reto principal de Morena no será posicionar a personas que ya son bien conocidas entre la ciudadanía, tanto por ejercer un puesto público como por estar en la carrera presidencial desde hace ya varios meses, cuando el propio López Obrador propició que se hicieran públicas las aspiraciones.

El tema principal para Morena es mantener la unidad de su organización política. Un caso reciente que es localizado, pero también ejemplar del riesgo que corre Morena, es el del estado de Coahuila.

Una de las personas que se consideraban más fuertes aspirantes esa candidatura, el subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía, estrella de las conferencias mañaneras de AMLO, desconoció los resultados de una encuesta que favoreció al senador Armando Guadiana, quien finalmente resultó candidato de Morena.

Mejía buscó ser postulado por otra organización política, el Partido del Trabajo, que seguramente hubiera ido en alianza con Morena en caso de que Mejía no hubiera desconocido los resultados. En este ambiente, el otro partido tradicionalmente aliado de Morena, el Verde, también lanzó su propio candidato, Lenin Pérez. De esta manera, las posibilidades de triunfo de Morena en Coahuila se habrán reducido de modo significativo por una eventual fragmentación del voto de la llamada 4T.

A nivel federal, el riesgo que tiene Morena es que algunos de los aspirantes presidenciales decidan buscar una candidatura por un partido diferente. Ricardo Monreal ha señalado explícitamente en varias ocasiones que si el método de elección del candidato es una encuesta realizada por Morena, él no participaría en esa contienda pues no tiene confianza en ese tipo de método de selección.

Cuando aspiró a ser candidato a Jefe de Gobierno en la CDMX perdió en las encuestas organizadas por Morena, pese a que en otras él aparecía en primera posición. Esa experiencia parece haberle marcado y ahora no confía en las encuestas hechas por Morena.

En el caso de Marcelo Ebrard, el Canciller ha señalado la necesidad de realizar debates entre los aspirantes y de poner una fecha límite para que sigan en sus cargos.

En contraste, la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, ha rechazado ambas condiciones.

Para nadie es un secreto que hay una inclinación del Presidente de la República y de la estructura de Morena hacia Sheinbaum. Si esta circunstancia es percibida como un obstáculo infranqueable para realizar una competencia imparcial, es factible que salgan de Morena Monreal y Ebrard, lo cual debilitaría al partido en el poder en su carrera para el 2024.

En el caso de la oposición, la problemática es otra: lo que requiere es tener nombres suficientemente atractivos como para atraer al electorado pero al mismo tiempo para que puedan tener el respaldo de las fuerzas políticas aliadas, hasta ahora el PAN, el PRI y el PRD.

De acuerdo con lo dicho por sus dirigentes, será el PAN el encargado de organizar el proceso para seleccionar al candidato presidencial de la Alianza.

El primer reto es encontrar un mecanismo que pueda ser avalado por las diferentes fuerzas políticas que conforman la Alianza. Algunos han propuesto la realización de elecciones primarias mientras que otros han señalado que podría hacerse a través de encuestas.

Los procesos que impliquen participación ciudadana favorecen a las organizaciones y personas que cuentan con maquinarias políticas así que, probablemente, si hubiese prospectos que carecieran de ellas, es más factible que se puedan inclinar por la realización de encuestas.

Aún suponiendo que existe un acuerdo entre las diversas fuerzas políticas, el tema principal es que los nombres que hasta ahora han expresado ser aspirantes a ser candidatos presidenciales de la oposición, carecen aún del arrastre para convertirse en los abanderados de una alianza que realmente pueda competir con Morena.

Las encuestas más recientes indican que la intención de voto favorable a Morena a escala nacional todavía es superior a la de la Alianza Opositora en 10 puntos.

Algunos confían en que, a partir de que empiecen a hacerse campañas, habrá capacidad para posicionar a quien tenga el respaldo de todos los opositores y de organizaciones de la sociedad civil.

Hay una tercera fuerza política en la contienda, que es relevante y que hasta ahora ha señalado su interés de participar con un candidato propio: Movimiento Ciudadano. Esta organización, que en las encuestas más recientes suma 8 por ciento de la intención de voto, puede convertirse en un “partido gozne” si es que la competencia se vuelve cerrada.

Hasta ahora, tampoco han definido a alguna persona que pueda ser su candidato presidencial, y sería tentativamente una de las fuerzas políticas que podría respaldar alguno de los actuales aspirantes de Morena en caso que decidieran contender por otras siglas.

Aunque faltan varios meses para que se definan los candidatos presidenciales, buena parte de la vida política de 2023 en México va a estar marcada por todo lo que suceda alrededor de la contienda el próximo año.

Lee aquí la versión más reciente de Bloomberg Businessweek México:

COLUMNAS ANTERIORES

Adoptan 47% de empresas en Latinoamérica la IA para su transformación digital
Los tiempos de la incertidumbre

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.