Cuando Russ Van Der Werff se enteró del globo chino detectado sobre Estados Unidos, quizás espiando instalaciones sensibles, se preocupó. Pero como vicepresidente de soluciones estratosféricas de Aerostar, una empresa que fabrica globos de gran altitud, también estaba muy animado. Van Der Werff lleva años intentando convencer a clientes gubernamentales y corporativos de que los productos de Aerostar ofrecen importantes ventajas como plataformas de vigilancia. No siempre es fácil. “Siempre hay alguien que dice: ‘Oh, ya llegaron los chiflados de los globos’”, indica. “Bueno, ahora parece que otras personas también piensan que es una buena idea”.
A pesar de todo el furor causado por el infortunado globo de China, su salto al ojo público ha sido una especie de fiesta de presentación de una tecnología que ha pasado la última década perfeccionando silenciosamente cada una de sus capacidades. “No creemos que un globo estratosférico sea la panacea”, dice Van Der Werff, “pero hay momentos en los que es la mejor opción”.
Los globos se han utilizado para vigilancia militar desde 1794, cuando Francia empleó uno durante su guerra con Austria. Ambos bandos los usaron durante la Guerra Civil Estadounidense, y la Marina estadounidense usó dirigibles para cazar submarinos nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el desarrollo de aeronaves y aviones espía de gran altitud hizo que estas naves más ligeras que el aire parecieran pintorescas, y la Marina jubiló su último dirigible en 1962.
Con el tiempo, la nueva tecnología traería de vuelta a los globos. A fines de la década de 1990, la NASA comenzó a probar globos superpresurizados o de ultra larga duración (ULDB) que podían permanecer en la estratósfera durante meses. Gracias a los nuevos polímeros de alta resistencia, la nave podía transportar cargas de cientos de kilos a alturas superiores a los 100 mil pies.
En 2012, Google contrató a Aerostar para construir ULDB para Project Loon, una flota de docenas de globos estratosféricos que brindan conectividad a internet en áreas remotas. Al bombear aire dentro o fuera de un globo más pequeño dentro del globo mayor, los ULDB de Loon pueden subir o bajar según sea necesario para atrapar los vientos que se mueven en la dirección deseada. Eso significaba que podían ir (más o menos) a donde quisieran y permanecer (más o menos) en un área determinada.
El modelo actual de Aerostar, llamado Thunderhead, incorpora la misma tecnología a las misiones de reconocimiento y vigilancia. “Puedo mantenerlo en un área durante semanas sin interrupción”, dice Van Der Werff. Desde su plataforma de lanzamiento en Dakota del Sur, los globos solares de Aerostar pueden llegar a cualquier parte del mundo; el vuelo más largo hasta la fecha duró 150 días.
Para comprender cuán útil puede ser un desempeño como el descrito, consideremos las alternativas. Los satélites de órbita terrestre baja vuelan a 17 mil 500 mph a unas 150 millas sobre el suelo, lo que significa que pueden cubrir toda la superficie de la Tierra pero solo permanecer sobre un objetivo en particular durante unos minutos.
“El valor de la inteligencia que recopilas aumenta exponencialmente con el tiempo de sobrevuelo o merodeo sobre el objetivo”, explica Arthur Holland Michel, autor del libro Eyes in the Sky, sobre la vigilancia a gran altura.
“Si puedes mantenerte encima de las instalaciones sensibles de un adversario durante días, puedes ver patrones temporales: adónde van las personas, cómo se mueven, qué tipo de horarios tienen”, agregó Holland.
Los satélites geosincrónicos son buenos para mantener una mirada fija, ya que están fijos sobre un punto determinado del orbe. El problema es que están a 22 mil millas de altura, demasiado lejos para tener una visión detallada de las cosas.
Luego están los aviones. Estos pueden llegar a un área de interés rápidamente y permanecer un tiempo sobre una zona específica. Pero su autonomía es limitada y no puedes volarlos a través de espacio aéreo hostil. “Estados Unidos tiene bastante experiencia en volar no sobre un país, sino a lo largo de sus fronteras y mirar en diagonal al territorio”, dice Michel. Pero ese enfoque es bastante inútil cuando se trata de un país grande como China, Rusia o Estados Unidos.
Los globos estratosféricos pueden superar muchos de estos problemas. Debido a que vuelan más alto que los aviones y en su mayoría están hechos de material invisible al radar, son mucho más difíciles de detectar cuando cruzan las fronteras de países hostiles. “La sección transversal de radar del globo es muy baja”, apunta David Stupples, experto en vigilancia espacial y profesor de ingeniería electrónica en la Universidad de Londres. Lo que Stupples dice en palabras llanas es que, desde la perspectiva de una antena de radar, el globo es muy pequeño y, por lo tanto, difícil de detectar.
Y los globos se mueven más despacio, en el orden de 40 a 50 mph, lo que en realidad es una ventaja cuando se trata de evitar la detección. “Los radares de defensa aérea buscan aeronaves de metal que se muevan rápidamente”, explica Stupples. Debido a que la velocidad de un objeto cambia la frecuencia de la señal registrada, los operadores de radar pueden filtrar objetos que se mueven lentamente, como tormentas y bandadas de pájaros, ignorando todo lo que tenga un pequeño cambio de frecuencia. Pero al hacerlo también ignoran los globos.
“Algo lento se va a perder en toda esa maraña”, dice. Si un país decide repentinamente que quiere detectar globos estratosféricos, como al parecer es el caso de Estados Unidos, entonces debe observar todo aquello que reporte un pequeño cambio de frecuencia y tratar de seleccionar objetivos potenciales en medio de una gran cantidad de ruido. Eso significa muchos falsos positivos. “No tenemos ninguna evidencia de que haya habido un aumento repentino en la cantidad de objetos en el cielo. Ahora solo vemos más debido, en parte, a los pasos que hemos tomado para aumentar nuestros radares, para darles mayor precisión”, dijo el presidente Joe Biden en un discurso sobre el derribo del globo el 16 de febrero.
Debido a que no están tripulados, los globos de gran altitud son más o menos sacrificables y prescindibles. Incluso si uno es detectado y derribado, no habrá un incidente internacional como los de antes que involucraban aviones espía, como cuando los soviéticos capturaron al piloto Gary Powers en 1960, o cuando los chinos se apoderaron de un avión espía estadounidense en 2001. “Sí, el globo chino provocó un incidente internacional”, admite Michel, “pero ni siquiera se acerca a lo que habría sucedido si China hubiera volado un avión tripulado sobre el cielo de Estados Unidos”.
Tener una nave que pueda acercarse más a su objetivo que un satélite puede haber sido especialmente importante para China, si estaba tratando de fisgonear la tecnología de comunicaciones seguras más nueva de Estados Unidos. Esta tecnología, llamada LPI/LPD, o “baja probabilidad de intercepción/detección”, funciona transmitiendo a muy baja potencia para que una señal se pierda deliberadamente en el ruido de fondo.
En última instancia, la única ventaja de los globos estratosféricos que realmente podría cambiar el juego es el costo. “Tenemos que prepararnos para el hecho de que esto se convertirá en una tecnología cada vez más disponible para amigos y enemigos por igual, bien sean naciones o actores no estatales”, dice Michel. “Lo que han hecho es llevar la inteligencia de señales a los países de rango medio del mundo”, dice en el mismo sentido Stupples.
Entre eso y toda la publicidad gratuita reciente, hay más probabilidades de que un globo espía de gran altitud se cruce en nuestro camino. Con todo, tal vez ni nos demos cuenta.