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Ellas sí facturan: Julieta Fierro, una divulgadora de la ciencia

La académica empezó su labor de hacer terrenales los temas más complejos de la ciencia desde el cuidado en casa.

Julieta Fierro, astrónoma mexicana.

“Tú no sabes, estudia física”, le decía su hermana a la astrónoma Julieta Fierro, quien acudía a una escuela donde le impartían el idioma francés, el cual no se le daba. En cambio, siempre le mandaban cartas de felicitación por destacar en matemáticas

Dice que la Física siempre se le hizo complicada, pero al fallecer su mamá, a los 13 años, ella quedó a cargo de su hermana mayor y de su papá militar. Y así fue cómo llegó a la astrofísica.

Desde joven, y sin saberlo, Julieta Fierro ha sido divulgadora de la ciencia. Todo empezó por el amor de querer explicarle el mundo a su hermano pequeño con Síndrome de Down. “Jugábamos en el agua en la tina, en el jardín con las plantas, con la comida a las cosas que picaban, lo dulce”, cuenta la académica.

Fierro estudió en la UNAM porque en su casa pensaban que reprobaría. Su padre le sentenció: le dijo que si reprobaba la sacaría de la escuela. Sin embargo, sus sueños la llevaron a dejar su casa mientras estudiaba en la universidad.

Julieta Fierro es sencilla, vuelve terrenales los temas más complejos de la ciencia. Dice que no se iba de su casa por no dejar a sus hermanos y que al final el francés y el inglés le dieron estabilidad para trabajar como traductora mientras estudiaba.

Menciona que cuando cursaba la universidad en promedio eran 7 mujeres por 70 hombres.


Su época más feliz la recuerda en Universum, recién terminaba la huelga de 1999. En ese momento se trataba de construir desde cero.

Con mucha emoción cuenta cómo las exposiciones, antes de ser montadas en el Universum, eran llevadas al metro Copilco o al túnel de la ciencia en La Raza para saber si les interesarían a las personas. La cama de clavos fue un éxito pues le entusiasmaba explicarle el por qué a las personas y que regresaran al día siguiente con sus hijos para replicar lo aprendido.

La profesora cuenta que hasta llevaba chocolates y condones a sus estudiantes, incluso cargaba con un fuete a sus clases a manera de broma, aunque se lamenta no poder llevarles tortas de jamón para que pudieran tener algo en el estómago. Incluso en 2009, en el año Internacional de la Astronomía, mandó componer un mambo a Galileo llamado “Y sin embargo se mueve”, y como dicen que quien la pide la baila, ella utilizó la pieza musical para moverse y explicar muchas cosas entorno a la ciencia. Ponía a bailar a la gente a ese ritmo, los dividía en grupos y hacia una especie de concurso para ver quién provocaba el micro sismo más fuerte al son del mambo.

Al preguntarle por el panorama actual del país dice que le duele ver un país con tanta pobreza:

“Me choca que los militares estén metidos en todos lados y que no se apoye a la ciencia, me parece un desfiguro el nuevo plan y programas de estudio de la SEP, me parece una atrocidad”.

Con la irreverencia que la caracteriza se tira a su cama para mostrar cómo fue que se expandió el universo con una figura de plástico, así una Julieta Fierro que añora el conocimiento como libertad y que dice que no creyó cuando le avisaron que ingresaría a la Academia estadounidense de Artes y Ciencias, a la que han pertenecido Albert Einstein y Charles Darwin. Dice que no sabe el por qué de ese reconocimiento si ella no ha descubierto nada, solo se ha dedicado a divulgar el conocimiento.

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