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La historia de Xóchitl

La irrupción de Xóchitl Gálvez ya es parte de la historia política en México y ahora depende de los electores que se repita o no la historia de Fox.

Conocí a Xóchitl Gálvez a finales de la década de los 90 del siglo pasado como una empresaria innovadora y vanguardista en materia tecnológica. El Foro Económico Mundial la consideró como una de las jóvenes promesas en México. El ámbito en el que se movía la ingeniera Gálvez era el de la empresa y la innovación.

Por eso causó sorpresa cuando se le identificó como parte del equipo de Vicente Fox, el candidato opositor que por primera vez ganó la presidencia de la República. Y mayor sorpresa causó el que quedara como Comisionada para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, tema en el que estuvo a lo largo de todo el sexenio de Fox.

Desde ese entonces se perfiló como una funcionaria pública muy peculiar por la combinación de varios atributos: una ascendencia otomí derivada de su familia procedente del estado de Hidalgo y una formación como ingeniera en computación, por parte de la UNAM. Además de un carácter disruptivo que hacía frecuentemente corto circuito con sus protocolarios colegas del gabinete.

Durante el sexenio de Fox le dio protagonismo a su cargo y obtuvo mayor relevancia que la estrictamente asociada a su puesto. Sin embargo, estaba aún lejos de convertirse en una figura nacional. Dicen que cuando se contagia la política es difícil quitarse ese virus. Y eso fue lo que le pasó a Xóchitl. Aunque en el 2006 se fue del gobierno, regresó a la escena pública en 2010 como candidata al gobierno de Hidalgo por parte de una coalición formada por el PAN, PRD, PT y Convergencia Democrática, hoy Movimiento Ciudadano.


Fue una candidata sorprendentemente competitiva que obtuvo el 45.2 por ciento de los votos frente al 50.3 por ciento del candidato del PRI, Francisco Olvera, que ganó la elección.

Un dato relevante es que ya fue candidata del partido que encabeza Dante Delgado. A partir de esa experiencia, Xóchitl regresó a la política, ahora a la Ciudad de México, tras otros años de receso.

En el camino, Peña había derrotado a López Obrador y a Josefina Vázquez Mota en las elecciones federales del 2012. La ecuación política del país había cambiado, después de 12 años de gobiernos del PAN. En 2015, la política la atrajo de nuevo y contendió como Jefa Delegacional de Miguel Hidalgo por el PAN. Su triunfo fue estrecho. Obtuvo el 33 por ciento frente al 30 por ciento del PRD, PT y Panal. Pero finalmente obtuvo un puesto de elección popular y fue una Jefa Delegacional polémica y muy protagónica.

Posteriormente, consiguió llegar al Senado como una de las senadoras de la alianza PAN-PRD-MC en la Ciudad de México, junto con Emilio Álvarez Icaza. Es un dato que pareciera incidental, pero es relevante, que la senadora Gálvez ya fue candidata de Movimiento Ciudadano en dos ocasiones.


En su trayectoria en el Senado nunca pasó desapercibida, pero a partir del 2021 tuvo una actitud cada vez más protagónica en diversos temas, pero sobre todo en asuntos vinculados con la Ciudad de México. Por esa razón, desde que en ese año se configuró la Alianza Opositora del PRI, PAN y PRD, se empezó a hablar de Xóchitl como una muy buena candidata a la Ciudad de México. Se trataba de un espacio que ella conocía perfectamente, del cual era senadora y en donde ya fue Jefa Delegacional.

Así que muchos pensaron que, con una candidata popular y luego de que en el 2021 la oposición obtuvo más votos en la ciudad que Morena y sus aliados, parecía un escenario perfecto para que Xóchitl se convirtiera en candidata con muchas posibilidades de triunfar. Las encuestas respecto a conocimiento y preferencias, la ubicaban como una de las principales contendientes de la CDMX en 2024.

Un empresario de alto perfil me comentó hace pocos meses que tanto en círculos de los hombres del dinero como entre organizaciones de la sociedad civil estaban llegando a la conclusión de que Xóchitl Gálvez no era la mejor opción… ¡sino la única!

Diversos personajes empezaron a acercarse a ella para tratar de convencerla de que podría ser una buena candidata a la presidencia. Ella se resistió por mucho tiempo pues conoce muy bien a las dirigencias de las tres fuerzas políticas que conforman la alianza opositora, y ninguno la veía como una candidata ganadora. Diversos empresarios la buscaron y le ofrecieron todo el respaldo. Y aun así ella se resistió.

Fue una discusión familiar la que la convenció de contender, pues ni siquiera en su casa había opiniones uniformes. Pero eso ocurrió apenas comenzando el mes de junio.

Los servicios de inteligencia del gobierno le decían que había corrientes muy amplias favoreciendo a Xóchitl para la candidatura presidencial. El Presidente de la República se alarmó. Aunque hay una base de alrededor de 30 por ciento de electores morenistas duros y convencidos, hay otros que no son tan fieles y que tal vez lleguen a un 30 o 40 por ciento.

Pocas personas en la política le pueden disputar su base de indecisos a AMLO, pero una de ellas es Xóchitl. En la “tienda de enfrente” vieron lo mismo.

Muchos de los que hoy respaldan a Xóchitl estaban desencantados hace pocas semanas. Hoy están eufóricos.

Nadie sabe bien a bien qué harán desde Morena y el gobierno. Ya hay denuncias penales contra la senadora, que por cierto ha tomado la determinación de no solicitar licencia, por lo que la protege en fuero. Pero, un exceso de autoridad que la convierta en una víctima a la luz de la visión ciudadana, puede convertirla en candidata ganadora.

Hoy, en el contexto de las reglas que, de facto, pone el gobierno y no el INE, no solo nos enfrentamos a normas diferentes en materia de las campañas electorales, sino también a significados diferentes según los lea cada quien.

Hay quienes ven a Xóchitl, guardadas las proporciones, como otro fenómeno como el de Vicente Fox. En aquel tiempo, ese ranchero desparpajado rompió diques y modificó por completo las reglas del juego. Y acabó ganando las elecciones e imponiendo la alternancia en México. Hoy Xóchitl rompe moldes.

La perspectiva del Presidente López Obrador y los apologistas de la llamada Cuarta Transformación era que su mandato durara décadas, el tiempo necesario para dejar una impronta en la realidad del país. Una candidata competitiva surgida casi de la nada, puede cambiar esta perspectiva.

No sabemos qué pueda pasar en el futuro. Pero la irrupción de Xóchitl Gálvez ya es parte de la historia política en México.

Se trata del protagonismo de una clase media que puede impedir que los segmentos que apoyaron a López Obrador logren hacer cambios irreversibles en México. ¿Lo lograrán?

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