Cuando el argentino Javier Zanetti recibió su primer coche de lujo, preguntó a Giuseppe Bergomi, el capitán del Inter de Milán, si estuvo bien en recibirlo. Le dijo que se sentía incómodo con tanta belleza y no quería ofender a sus compañeros.
Al otro día, cuando llegó al entrenamiento, se dio cuenta de que su automóvil era el más pobre de todos. Se sintió menos mal. Pupi, como lo llaman, es hijo de un trabajador de la construcción y hasta ahora ha manifestado una enorme preocupación por los necesitados: los niños pobres de Buenos Aires o los niños zapatistas.
Leído y preparado, Zanetti es un ser humano ejemplar también fuera de la cancha. Su sencillez abruma.
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