Si somos sinceros todas las personas que vivimos en la Ciudad de México estamos acostumbrados a que esta se mantenga con cierto nivel de contaminación, pero ¿Sabes desde hace cuántos años empezó la contaminación en la capital? Esto explica la UNAM.
De acuerdo al doctor Rodolfo Sosa, del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAYCC) de la Universidad Nacional Autónoma de México, la mala calidad del aire que tenemos hoy en día en el Valle de México es consecuencia de decisiones tomadas durante más de 500 años.
El principio de la contaminación de la CDMX la podemos remontar desde que los mexicas fundaron Tenochtitlán en el centro de un lago.
“En 1325, al fundar su ciudad en una isla en medio del lago de Texcoco, los mexicas comenzaron a desarrollar las zonas adyacentes, incluidas las chinampas como tierras de cultivo. Para 1449 la mancha urbana ya había crecido bastante. A petición de Moctezuma I, se habían construido el albarradón de Nezahualcóyotl (dique para regular las aguas de los lagos de Zumpango y Xaltocan y evitar las inundaciones) y algunas avenidas para comunicar Tenochtitlan con algunos pueblos de las riberas del lago”, comienza explicando Sosa.
El aumento de la mancha urbana no se quedó ahí y es que tras la conquista, así como la caída de Tenochtitlán, se le ganó terreno al lago desecándolo. Más tarde en 1781 se construye el Tajo de Nochistongo (que posteriormente será el gran canal del desagüe) para evitar las inundaciones en la ciudad.
Sin embargo, Sosa menciona que no fue sino hasta 1792 que José Antonio de Alzate y Ramírez reporta en la Gaceta Literaria de México los primeros reconocimientos a la contaminación en la capital.
“En las panaderías al amanecer ya tienen finalizada la primera hornada de pan; en las tocinerías hay continuamente fuego para fabricar jamón, purificar la manteca; el humo que resulta de la infinidad de fogones que arden por la noche necesariamente llena el aire que nos rodea de infinidad de partículas que se le mezclan, y como éste aquí es tan delgado y de noche se enfría, las partículas desprendidas del combustible permanecen en la parte inferior de la atmósfera hasta que el aire enrarecido por el calor del sol, o puesto en movimiento por otras causas, muda de lugar y transporta las emanaciones que se desprenden del mucho combustible que se consume diariamente en México”, se lee en la Gaceta Literaria de México.
Por otra parte, es importante recalcar que la altura de la Ciudad de México es otro problema que contribuye a la contaminación atmosférica y es que la capital se encuentra a dos mil 240 metros sobre el nivel del mar, lo que provoca que la alta radiación ultravioleta contribuya a favorecer la presencia de contaminantes atmosféricos fotoquímicos.