El sistema Cutzamala, que abastece al Valle de México, se encuentra en condiciones críticas, pese al bombardeo de nubes que han realizado las autoridades para incrementar el nivel del agua, que se encuentra al 44.4 por ciento de su capacidad, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
El sistema Lerma-Cutzamala posee una infraestructura que inicia en Michoacán y pasa por el Estado de México para, finalmente, llegar a la CDMX con ayuda de seis plantas de bombeo (las más grandes de América Latina, de acuerdo con datos del gobierno) y de una potabilizadora.
Sin embargo, traer agua a la CDMX tiene un costo tanto para el medioambiente como para el gobierno.
“De un vaso de agua que tienes en tu casa, el 30 por ciento viene de Michoacán y del Edomex bombeada. Tú ves las bombas gigantescas que gastan muchísima electricidad para llevar el agua al Valle de México, luego tienes costos ambientales porque estás quitando agua de esos estados para traerla a la CDMX y luego esa agua que ingresa a la red de distribución, se habla de que 40 por ciento se perde en fugas, entonces ese es el costo medioambiental”, expuso Nabani Vera, director de comunicación de Isla Urbana a El Financiero.
Para enfrentar este reto, Nabani Vera presenta Isla Urbana, una asociación que cuenta con un sistema de captación de agua de lluvia, que representa un cambio en la forma en la que obtenemos agua potable.
El sistema consiste en utilizar el techo de las viviendas como una “charola en donde cae el agua” para canalizarla y llevarla a un “tlaloque”, un recipiente de almacenamiento que la limpia para que pueda almacenarse y utilizarse.
“Lo atractivo (del sistema de captación de agua de lluvia) que me parece que no es poca cosa, es tener una fuente de alternativa de agua, que si colapsa el Sistema Cutzamala, que si el acuífero del valle de México en algún momento se seca, esto te da una herramienta donde directamente la lluvia te da agua”.
Con el uso del agua de lluvia, incluso las familias que sufren de continuos cortes de agua en alcaldías como Iztapalapa o Milpa Alta contarían con una alternativa para enfrentarlos.
“En el caso de la captación de lluvia, no tienes que gastar, ahora sí que el trabajo ya lo hace la naturaleza. No hay gasto de energía, ni pérdida, el agua que entra a tu sistema se queda ahí.”, concluyó.