A dieciséis años de la primera ley que permitió en la Ciudad de México la cancelación de la vida desde el vientre materno hasta las doce semanas de gestación, la única conclusión que se reconoce es que el Estado claudicó en su responsabilidad de fomentar la salud y los auténticos derechos de las mujeres, además de que es un desdén al derecho a la maternidad.
Así lo coincidieron en señalar especialistas en derecho e investigadores sociales, durante un encuentro de análisis acerca de que se tenga este supuesto “derecho” de las mujeres para abatir la mortalidad materna y la clandestinidad de su práctica.
En este foro de análisis participaron Ingrid Tapia Gutiérrez, abogada constitucionalista; Diana Gamboa Aguirre, especialista en Derecho y Cándido Pérez Hernández, investigador y especialista en Política Pública, quienes señalaron con cifras y argumentos por qué está política, aprobada en 2007 en la hoy CDMX, resultó fallida.
En opinión del Mtro. Cándido Pérez Hernández, la medida de permitir cancelar la vida por nacer antes de las doce semanas de gestación no disminuyó la mortalidad materna, ni su práctica en la clandestinidad, como argumento que en ese entonces se dieron para aprobar está política pública en clínica y hospitales del gobierno capitalino.
“Hay estados que han disminuido la mortalidad materna y no han despenalizado el aborto, por ejemplo, los casos de San Luis Potosí y Guerrero que, si comparamos la razón de mortalidad materna hace quince años con la que existe ahorita, se ha reducido de forma admirable. El argumento respecto a la disminución de la mortalidad materna en torno a la despenalización del aborto no se sostiene”, dijo.
Pérez Hernández estableció que es obligación del gobierno, a través del sector salud, brindar todas las garantías para evitar que una mujer tome la decisión de terminar con la vida de su hija o hijo. Al respecto subrayó que hay 13 mil casos reincidentes, es decir, que cometen aborto más de una o dos veces.
A su vez, Ingrid Tapia Gutiérrez, abogada constitucionalista, expresó que esta política es un exterminio humano porque este acto lleva intrínseco que una madre acabe con la vida de su propio hijo ante el total abandono y asistencia del Estado que la deja a su suerte.
“Los estados chafas, los claudicantes, los omisos, los corruptos, abandonantes, son entusiastas para abrazar el aborto como política pública porque les conviene y, en ese entorno, las mujeres tienen que abrazar el aborto como política privada, como decisión privada porque están solas”, sostuvo la experta en derecho constitucional.
Sobre la situación de la vulnerabilidad de la mujer gestante en relación con lo que le puede ofrecer como política pública, Diana Gamboa Aguirre, abogada constitucionalista, mencionó que ante un Estado claudicante lo único que se les ofrece es terminar con la vida de su hija o hijo, en donde tampoco tiene el acompañamiento del hombre o su pareja, ni del Estado.
“Es un Estado claudicante que no te acompaña ni el varón irresponsable, que no va a hacerse cargo de ese hijo, y tampoco acompaña el Estado porque dice: Mira: No te puedo ofrecer salud gestacional, no te puedo ofrecer apoyo durante el embarazo, pero si te puedo ofrecer que termines con la vida de su hijo”, aseguró.
Gamboa Aguirre agregó que de ningún modo el aborto es un derecho porque no está reconocido en la Constitución, ni en ningún tratado internacional del que México sea parte. Además, subrayó que el hecho de que una conducta se despenalice no se vuelve un derecho. Se trata de una falacia jurídica.
A manera de conclusión, los ponentes indicaron que es preocupante que se mantenga esta política pública de aborto porque 1.- no se dan alternativas para que una mujer no tome este tipo de decisión; 2.- no resuelve la vulnerabilidad y discriminación hacia la mujer; y 3.- no protege la vida humana. En el fondo el aborto es un negocio multimillonaria de hombres en detrimento de las mujeres de México.
Gran parte de las mujeres actúan para dar gusto a otros o por temor a perder a su compañero, señalaron los especialistas en la mesa de análisis.