El jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, dio a conocer este jueves 22 de junio que la escultura de la Joven de Amajac y la Glorieta de las Mujeres que Luchan convivirán en la antigua glorieta de Colón, ubicada en Paseo de la Reforma.
En conferencia de prensa, Batres detalló que el Comité de Monumentos y Obras Artísticas en el Espacio Público (Comaep) de la Ciudad de México decidió colocar a la joven de Amajac a un costado de la Glorieta de las Mujeres que Luchan.
“Se colocará la joven de Amajac es este pedacito que está a un costado, que es contiguo a la glorieta atravesando el carril central de Reforma, en la parte sur, hacia el Centro Histórico”, dijo.
Ante esto, reiteró que esta escultura es un homenaje a la lucha de las comunidades indígenas “y particularmente de las mujeres indígenas, es un reconocimiento a la fuerza de las mujeres indígenas”.
También destacó que el Gobierno capitalino tomó la decisión de no tocar la Glorieta de las Mujeres que Luchan: “No vamos a afectar la glorieta, esta parte que está en forma de óvalo, donde ha estado un conjunto de colectivas que se denominan mujeres que luchan, no lo vamos a tocar”.
Incluso, aclaró que este lugar ahora ya no va a ser la Glorieta de Colón porque “ya tiene otro significado y símbolos”.
¿Quién es ‘La joven de Amajac?
Esta escultura fue descubierta a principios de 2021, en la comunidad de Hidalgo Amajac, Veracruz. Tras una inspección, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ratificó que no sólo se trataba de una pieza prehispánica, sino que también era la primera de su tipo en ser localizada en la cuenca del río Tuxpan, al sur de la huasteca veracruzana.
De acuerdo con el instituto, “esta pieza representa a una joven mujer de élite, posiblemente gobernante por su postura y atavíos, más que a una deidad como se han interpretado casi todas las esculturas huastecas femeninas, a las cuales se vincula con la diosa Tlazoltéotl”.
La figura, de casi dos metros de altura, está elaborada en roca caliza y mide 60 centímetros en su parte más ancha y alrededor de 25 centímetros de grosor.
“Luce un rostro pequeño, ojos abiertos y huecos –los cuales debieron estar rellenos con incrustaciones de obsidiana u otra piedra–, con un tocado alto, un collar al centro del cual se distingue un adorno en forma de gota, conocido como oyohualli, un torso ataviado con una camisa de mangas largas y una larga falda que llega hasta los tobillos y revela el par de pies desnudos”, precisa el INAH.
Los expertos señalan que sus rasgos son similares a los detectados en las representaciones de deidades relacionadas con la tierra y la fertilidad.