Las emisiones contaminantes de los alimentos, conocida como huella de carbono o huella alimentaria, son las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el cultivo, la cría, la agricultura, el procesamiento, el transporte, el almacenamiento, la cocción y la eliminación de los alimentos que el ser humano consume.
Entre los impactos conocidos de la agricultura convencional es que puede contaminar el agua, el aire y el suelo; existen reportes que esto tiene un costo ambiental equivalente a unos 3 billones de dólares cada año, según un informe del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM.
Tal es el caso del aguacate, pues chefs de diversas partes del mundo han comenzado a eliminar este producto de sus menús por la enorme repercusión que tienen sobre el cambio climático, ya que dejan una enorme huella de carbono, pues requieren 230 litros de agua cada uno para crecer, según un reporte de The Guardian.
El cambio climático es real y la agricultura y ganadería son una de las mayores fuentes de gases de efecto invernadero. En todo el mundo, hay aproximadamente 13.7 mil millones de toneladas métricas de equivalentes de dióxido de carbono (CO2) emitidas a través de la cadena de suministro de alimentos, de acuerdo con un informe de Our World in Data.
Asimismo, la producción de alimentos es responsable de una cuarta parte de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que contribuye al calentamiento global, según un estudio elaborado por la Universidad de Oxford.
Sus hallazgos mostraron que la carne y otros productos animales son responsables de más de la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con los alimentos, a pesar de proporcionar solo una quinta parte de las calorías que comemos y bebemos.
De todos los productos analizados, se descubrió que la carne de res y el cordero tienen, con mucho, el efecto más dañino sobre el medio ambiente. Las frutas, verduras, frijoles y frutos secos tienen una huella de carbono mucho menor.
A través de una base de datos que se extiende a través de 119 países y 38 mil granjas comerciales, un estudio publicado en Science, dirigido por Joseph Poore y Thomas Nemecek, encontró que, como era de esperar, la carne de res y otros productos animales tienen un efecto enorme en las emisiones.
Por ejemplo, un kilogramo de carne de res genera 60 kilogramos de emisiones de gases de efecto invernadero. Por el contrario, el mismo peso de manzanas produce menos de un kilogramo de emisiones de GEI.
La ganadería produce del 20 al 50 por ciento de todas las emisiones de GEI provocadas por el hombre. Un gráfico de Shrink That Footprint muestra que un amante de la carne tiene la huella de carbono más alta con 3.3 toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero.
El queso también es un importante contribuyente de CO2. Solo se importa una pequeña fracción del queso, pero eso representa la mitad de todas las emisiones de carbono del queso, según el informe.
El tocino y el jamón son los siguientes en la tabla de cortar ambiental. Más de la mitad de las emisiones de la carne de cerdo provienen de la crianza de los animales, pero una buena parte proviene del procesamiento, transporte y cocción de la carne en casa.
Si te gusta comer carne pero quieres minimizar tu huella de carbono, el pollo es el camino a seguir. Produce las menores emisiones de gases de efecto invernadero de los tipos de carne más populares. Si bien las principales fuentes de CO2 son las mismas que las del pavo, el pollo produce menos emisiones generales durante cada fase de producción, procesamiento y cocción.
Una dieta vegana tiene la huella de carbono más baja con solo 1.5 toneladas de CO2e (equivalente de dióxido de carbono). Puede reducir su huella alimentaria en una cuarta parte simplemente reduciendo las carnes rojas como la ternera y el cordero.
Cambiar a una dieta basada en plantas puede ayudar a combatir el cambio climático, según un importante informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU, que dice que el alto consumo de carne y lácteos en Occidente está impulsando el calentamiento global.