El Día Internacional de la Mujer no solo es un día de protesta sino que también es un día para reflexionar sobre las dinámicas que perpetúan la violencia hacia las mujeres y las ideas que las bancan o que la critican.
Para este último caso, mujeres de distintas latitudes han elaborado diccionarios para ayudar a comprender mejor los objetivos del movimiento feminista.
Uno de los términos más popularizados, que ha servido para elaborar una crítica hacia la violencia de género ha sido el de sororidad, definida por la RAE como la relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento.
El término proviene del latín sor y significa hermanamiento entre mujeres, propiciando la alianza, el respeto y el reconocimiento.
De acuerdo con la investigadora y política mexicana, Marcela Lagarde, la sororidad se desprende del concepto de fraternidad pero tiene como sentido “la alianza profunda y compleja entre las mujeres”.
Es un “acto político de género entre mujeres que se reconocen como interlocutoras. No hay jerarquía, sino un reconocimiento de la autoridad de cada una”, reza en su texto La política feminista de la sororidad.
Revisar la misoginia interiorizada
Según explica Lagarde, la sororidad es una idea clave para romper con un sistema patriarcal el cual ha empujado a las mujeres a reproducir las actitudes y acciones machistas.
“La sororidad exige de nosotras revisar la propia misoginia; cada una tiene que ir descubriendo dónde, cómo se nos aparece, cómo nos legitima para dañar a las otras. Eso también es violencia. Es una política que trata de desmontar la misoginia, acción básica para el empoderamiento de las mujeres y la construcción de la igualdad”, señala Lagarde.
Es a través de este cuestionamiento que podemos lograr una mejor comprensión entre nosotras y de nosotras mismas.
“La mismidad consiste en ir asumiendo esta construcción de las mujeres como sujeto, como nosotras mismas y en el mundo. Está relacionada con el empoderamiento individual y con el colectivo”, subraya.