El tardígrado u osito de agua, un microanimal de ocho patas y considerado la especie más resistente del mundo, es capaz de vivir años sin agua, un misterio de la ciencia al que da respuesta un nuevo estudio que publica la revista científica Plos Biology.
Un equipo de investigadores japoneses ha descrito el mecanismo que permite a estas criaturas sobrevivir a la deshidratación y a altas temperaturas, y la respuesta se encuentra en un gel que forman las proteínas durante la deshidratación celular.
El osito de agua es la forma de vida más dura y resistente que hay en la Tierra, con un tamaño de 0.5 milímetros y una vida media de 60 años, es capaz de estar 30 años sin comer ni beber, aguanta temperaturas de hasta 150 grados y puede vivir en las profundidades abisales.
Esta especie puede vivir sin agua durante décadas
“Aunque el agua es esencial para toda la vida que conocemos, algunos tardígrados pueden vivir sin ella durante décadas. El truco está en cómo sus células afrontan el estrés durante el proceso de deshidratación”, según Takekazu Kunieda, de la Universidad de Tokio y uno de los autores de la investigación.
El equipo descubrió que las proteínas termosolubles citoplásmicas abundantes (CAHS), únicas de los tardígrados, son las responsables de proteger sus células contra la falta de agua.
Estas proteínas pueden detectar cuándo la célula que las encapsula se deshidrata y entonces entran en acción formando filamentos, similares a un gel cuando se secan, que sostienen la forma de la célula a medida que pierde su agua.
El proceso es reversible y a medida que las células de los tardígrados se rehidratan, los filamentos retroceden a un ritmo que no causa un estrés excesivo en la célula.
La investigación de los mecanismos relacionados con la conservación en seco de células u organismos podría tener aplicaciones futuras, por lo que el equipo espera que, gracias a estos nuevos conocimientos, los investigadores puedan encontrar formas de mejorar la conservación de materiales celulares y biomoléculas en estado seco.
Esto podría prolongar la vida útil de los materiales utilizados para la investigación, los medicamentos con fechas de caducidad cortas o incluso los órganos enteros necesarios para los trasplantes.