Ciencia

¿Cómo la levadura, utilizada para la ‘chela’ y el pan, puede combatir el cambio climático?

¿La levadura podría contribuir en la transición energética y en una economía circular? Aquí te explicamos.

También la levadura se ha empleado como factoría celular para la producción de productos farmacéuticos.

La levadura Saccharomyces cerevisiae se lleva utilizando desde hace siglos para elaborar bebidas fermentadas como la cerveza y el vino, así como para la producción de pan. Por eso se la conoce como “levadura de panadería”.

Pero este superhongo microscópico unicelular puede ayudarnos en muchas más tareas. Incluso, en la transición energética del transporte y en la implantación de una economía circular.

Hacia una economía más sostenible

En la situación actual de crisis energética en la que la preocupación por el cambio climático es global, implementar una bioeconomía sostenible es una prioridad. Para lograr este objetivo, es necesario obtener bioproductos renovables capaces de reemplazar derivados compuestos de residuos fósiles, que contribuyen al calentamiento global además de ser de disponibilidad limitada.

En ese contexto, la Comisión Europea ha creado un conjunto de propuestas para adaptar las políticas de la UE en materia de clima, energía, transporte y fiscalidad con el fin de reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero en al menos un 55 por ciento de aquí a 2030.


Todas esas medidas se reflejan en el Pacto Verde Europeo que promueve, por ejemplo, transformar nuestra economía y nuestras sociedades haciendo que el transporte marítimo sea sostenible para todos.

Del mismo modo, las Naciones Unidas han fijado 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible entre los que se incluyen aumentar la presencia de energías renovables y favorecer actividades industriales innovadoras como las del sector biotecnológico.

En este sentido, los procesos biotecnológicos basados en levaduras son una alternativa muy interesante para el establecimiento de una economía circular.

Levaduras para producir biocombustibles

Las levaduras pueden generar compuestos industrialmente relevantes a partir de residuos orgánicos. Además, lo hacen de una manera rentable y respetuosa con el medio ambiente.


Para ello, consumir las fuentes de residuos de carbono (azúcares o ácidos grasos de cadena corta) que, una vez dentro de la célula, se transforman en el producto de interés gracias al metabolismo eficiente de las levaduras.

En las últimas décadas, la levadura se ha empleado como factoría celular para la producción de productos farmacéuticos, biocatalizadores industriales, aditivos alimentarios y biocombustibles renovables como el bioetanol.

El bioetanol se utiliza como sustituto de la gasolina en el transporte. Su uso en mezclas de gasolina está ampliamente distribuido y es incluso obligatorio en algunos países como España. Por ello, es el biocombustible con una tecnología de obtención más arraigada y con mayor producción mundial.

De hecho, en los últimos años se han instalado varias biorrefinerías de producción de bioetanol por toda Europa, como St1 Biofuels Oy (Finlandia), Borregaard Industries AB (Noruega), Procethol2G (Francia) y Perseo Biotechnology (España).

A pesar de ser una productora de bioetanol muy eficiente, este producto no utiliza fácilmente todas las fuentes de carbono derivadas de los residuos lignocelulósicos y no tiene la capacidad natural de acumular una gran cantidad de lípidos en sus células. Esto la hace inviable para producir combustibles como biodiesel y otros compuestos oleoquímicos.

Otras especies interesantes

Hasta la fecha, se han identificado y caracterizado más de 2 mil especies de otras levaduras conocidas como “no convencionales muchas” que están ganando progresivamente atención para ser empleadas en diferentes aplicaciones biotecnológicas .

Yarrowia lipolytica, Komagataella phaffii, Hansenula polymorpha, Kluyveromyces lactis, Kluyveromyces marxianus, Zygosaccharomyces bailii y Rhodosporidium toruloides se encuentran entre las más utilizadas y mejor estudiadas. Muchas de estas especies pueden crecer y fermentar en amplias condiciones de proceso y pueden utilizar una amplia variedad de fuentes de carbono renovables.

Además, algunas levaduras oleaginosas como Rhodotorula glutinis y Lipomyces starkeyi pueden acumular lípidos hasta un 60 o 70 por ciento de su peso, lo que ofrece un gran potencial comercial para la producción de biocombustibles como el biodiesel y la generación de bioproductos lipídicos de alto valor, como los carotenoides y los tensioactivos.

Debido a su amplia biodiversidad, todavía hay muchas aplicaciones basadas en levaduras que quedan sin explorar. Estas serán claves para avanzar hacia una bioeconomía circular centrada en la utilización y valorización de residuos orgánicos para la producción de biocombustibles y bioproductos.

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