Este sábado, Google le rinde homenaje con un doodle al artista mexicano Francisco Toledo, de quien se festejaría el cumpleaños número 81 luego de que falleciera el pasado 5 de septiembre del 2019, pero, ¿quién es este artista tan importante del siglo XX? Te contamos todo acerca de él.
Francisco Benjamín López Toledo nació el 17 de julio de 1940. Fue un artista plástico de orígenes zapotecas que también tuvo una destacada labor como activista de izquierda, luchador social y ambientalista.
Si bien mostró interés en las artes a una corta edad, su carrera como pintor inició a los 17 años cuando viajó a la Ciudad de México, donde ingresó a la Escuela de Diseños y Artesanías. Pintores como Castelar, Dosamantes y Silva Santamaría serían más que sus maestros.
Francisco Toledo se asumió pintor desde sus muy tempranos inicios, pero le interesaba dominar técnicas de grabado sobre linóleo, madera y metal, y de relieve como la litografía, que además de multiplicar la imagen, implicaran tal rigor, que sólo su total dominio permitiera el lujo de introducir el azar como una voluntad propia de la forma.
En 1960, con 20 años de edad, el artista viajó a París para ingresar al taller de S.W Hayter. Allá conoció a Rufino Tamayo y Octavio Paz. Estableció estrecho contacto con los talleres de grabado Murlot y Bramsen & Clot. Permaneció ahí cinco años en los cuales frecuentó galerías y museos y diversificó su cultura plástica. Después viajó a Nueva York para exponer obra gráfica realizada en el taller de Kahlil. Luego en México, trabajó en el taller de Mario Reyes.
Ya en nuestro país realizó exposiciones en galerías y museos, como la retrospectiva de 1980 en el Museo de Arte Moderno que reunió cerca de 500 piezas.
Además de su obra plástica, Francisco Toledo fue conocido por su labor altruista y compromiso social.
Fundó el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca y promovió la creación del Museo de Arte Contemporáneo de dicho estado (MACO) inaugurado en 1992, así como del Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo y del Museo de los Pintores.
Asimismo impulsó la restauración del monasterio agustino donde funciona ahora el Centro Cultural Santo Domingo. Creó en Etla, cerca de la ciudad de Oaxaca, un taller de papel de materiales orgánicos que da trabajo a la población, y rescató parte de una factoría de hilados.