A un día de cumplir 56 años de edad, el exfutbolista brasileño Romario confesó las polémicas más grandes detrás de su vida como son las críticas que recibió por su gusto por la vida nocturna, la peculiar forma en la que entrenaba con sus clubes y su paso por la política, aunque confió que no cambiaría nada porque siempre ha actuado como él mismo.
El exdeportista aceptó que le es difícil despertar temprano, razón por la que solía entrenarse en las tardes. Aunque aseguró que los directivos lo sabían al momento de contratarlo, nunca pudo alejarse del escándalo ni de los señalamientos por sus salidas de noche o su disposición al sexo, que incluso podía llegar a practicar antes de jugar un partido.
“En algunos clubs, es verdad que hice acuerdos que me permitían salir de fiesta. Pero nunca faltaba a los entrenamientos. Jamás he salido de fiesta la noche anterior a un partido. Si había partido el domingo, salía el viernes. Vale, puede que haya pasado algunas veces, pero fue una de cada diez, como máximo. Y nunca he fumado, nunca he tomado drogas, nunca he bebido. Ni una sola gota”, afirmó para Theplayerstribune.
Así como contó el temor que le tiene a las razas pequeñas de perros, también la confianza que siempre tuvo hacia sí mismo y sus primeros recuerdos con el futbol, cuando su padre lo llevaba a jugar cerca de las vías del tren en Jacarezinho porque debido a su asma no podía dormir. Es en su figura paterna del que aprendió a seguir sus sueños ya que lo acompañaba a construir casas como albañil y no le importaba ayudarlo con actividades como cargar ladrillos o rellenar forjados.
“Ya he sido de todo: chulo, presumido, gilipollas, cabrón... La lista es larga. Pero tienes que juzgar cada acción según el momento en que pasó. Yo era un tipo distinto antes, y el mundo del futbol era un lugar distinto. He venido de la nada. Tuve que luchar mucho para llegar a la cima, y acabé exteriorizando todas mis emociones. Todo lo que he hecho, de bueno o de malo, ha sido con el corazón”, refirió.
Romario se considera el mejor rematador, alguien a quien le encantaba sentir la presión y tenía claras sus técnicas: no participar activamente los 90 minutos del encuentro para que los defensas se sintieran confiados. A los 22 años tuvo que emigrar a su natal Río para jugar con el PSV, donde tuvo que enfrentarse a los fuertes fríos, algo de lo que no se arrepiente porque ganaba más dinero.
“Prefiero ser feliz a ser rico. O más rico, en mi caso”, dijo quien asegura que Johan Cruyff se convirtió en uno de sus mejores amigos dentro del deporte y su mejor entrenador. El brasileño, que estuvo a punto de quedarse fuera del Mundial 94 por sus desacuerdos con los directivos, sabía que a los 35 años debía preocuparse por llegar a los mil goles, por lo que incluso invitó a amigos de distintas partes del mundo para verlo en vivo. Claro, no ocurrió en el partido que esperaba.
Sobre su paso por la política, Romario aseguró que desde que discutía y negociaba como futbolista ya estaba dentro. “Cuando llegué al Congreso Nacional, enfrenté los mismos problemas que tuve como jugador, porque también en el fútbol uno hace política. Las peleas con entrenadores, dirigentes y presidentes fueron todas a causa de mi autenticidad. El fútbol nunca ha tolerado a personas como yo. Y mucho menos hoy. Si no fuera tan sincero y directo, podría haber ido a dos Mundiales y a dos Juegos Olímpicos más. Pero ese es el precio que tuve que pagar por ser yo mismo”, le dijo al medio.