Las aguas vuelven a su cauce y Red Bull, impasible, a su causa.
Se trata de ganar lo más posible y entre más pronto, mejor. Sus contrincantes deben de ser derrotados en cada oportunidad, sin misericordia.
La Casa austriaca de las aguas benditas, está amarrada a su sino: ir más allá de los límites y terminar impávidos. Victoriosos. Llevándose todo de corbata.
Este año lo presumen con un olimpismo que roza en el desdén. Invictos.
Ganando cinco Grandes Premios de cinco posibles y de paso, encajando cuatro dobletes.
Nueve podios de la dupla, hace ver que nada más perdonaron en una ocasión (en Australia).
Sus pilotos se llevan las tajadas casi enteras: Max Verstappen llega a tres triunfos por dos de Sergio Pérez.
Pues resulta que, la suma de puntos acumulada hasta ahora es de 224, cuando el máximo posible es de 240.
Esto significa, que van dejando apenas la migaja, para que se contente con ella el resto de la nómina.
Sirva para aclarar
Que una organización tan singular, debe de tener fuertes motivos para estar y luego, querer reinar inclemente en un nicho.
Una causa.
Es obvio que la etapa de vender más botes de Red Bull, gracias a los patrocinios en la Fórmula 1, ya es un proyecto superado.
El interés planetario que ha despertado esta competición y la nueva actitud del espectador americano lo ponen en evidencia. Se ha vuelto un antojo irresistible.
Tanto el equipo en sí, cuanto la imagen que han conseguido, como su marca y la plantilla que lo gestiona son, en sí mismos: una suma de activos muy apetitosa.
Los directivos, los técnicos, los administradores y por supuesto sus pilotos: son piezas del tinglado que se mueven y que deben de operar por nota. Con la consigna en firme de, que, la excelencia es su techo.
LUEGO La avalancha de sensaciones que se han despertado en los meses recientes; los chismes; los famosos dimes y «diretes» no son, sino expresiones de falsa conciencia.
Se quiere hacer creer en una rivalidad –que es ficticia– entre la pareja de corredores del equipo para ponerle sal y pimienta al torneo.
Red Bull no puede interesarse en el choque de locomotoras dentro de su seno. Por una razón, que sólo la cerrazón no quiere entender: sus pilotos son de condiciones complementarias.
Verstappen es un predador.
La expectativa será una constante, hasta llevarlo a los altares cerca de los cinco más grandes de toda la historia de El Circo.
Sergio Pérez, en cambio, es un corredor que aporta experiencia y que está, que ni mandado hacer para el refuerzo de la tarea monumental que le espera al neerlandés.
El campeón actual con sus 25 años de edad, va en ascenso.
Su co-equipero mexicano, camina ya de salida; al contar los 33 años, con –acaso– pocos más, de alto metabolismo para este deporte tan exigente y exquisito.
Los van a exprimir al máximo porque son la fuerza de trabajo visible.
Uno de ellos, es más rápido conduciendo y el otro, lo es, poco menos. Ello, debido a sus propias naturalezas.
Max Verstappen ha llegado a muchos triunfos. Hoy, se reafirma como el número seis de todos los tiempos.
Le faltan tres victorias para igualar la marca de Ayrton Senna.
Y esas, son palabras mayores.
¡A Mil Por Hora!
De su ronco pecho
- Verstappen / Red Bull: “Hemos mantenido la calma”.
- Pérez / Red Bull: “El exceso de degradación de las gomas, comprometió nuestra carrera”.
- Alonso / Aston Martin: “A principio de año era increíble. Ahora, queremos más”.
Números
- 3 Pole Positions en la hoja de servicios de S. Pérez
- 1 La convirtió en victoria, en Yeda, este año
- 13 Temporadas en la F Uno
- 239 Largadas, las que ahora tiene en su palmarés
- 1,288 Puntos recabados
- 29 Podios, en la colección del piloto mexicano
- 9 Temporadas, efectivas, las de M. Verstappen
- 167 Grandes Premios
- 38 Victorias
- 2,104.5 Puntos
- 82 Podios
¡A Mil Por Hora!