Adrián Gravos sueña con algún día subirse al ring en una arena grande, internacional, con miles de personas en las gradas, para calzarse los guantes y coronar su carrera como boxeador con un cinturón de campeón del mundo.
Y aunque el pasado 17 de junio su debut profesional como boxeador fue en un pequeño deportivo de su localidad, obtuvo su primera victoria, con nocaut en el segundo round frente a Omar Delgado, en lo que considera el primer paso hacia sus sueños.
“Me imagino algún día verme campeón del mundo, sé que es difícil pero me imagino teniendo una vida exitosa, que cumpla todo lo que quiero, y en los más grandes escenarios, Las Vegas, en grandes carteleras, no sé en cuánto tiempo pero sé que lo voy a hacer”, dice en entrevista con El Financiero.
Historias así se han visto en varios boxeadores que ahora son figuras mundiales, como Saúl ‘Canelo’ Álvarez, quien tuvo su debut profesional en 2005 en una pequeña arena de Tonalá, Jalisco.
Adrián tiene 20 años, y por su juventud no tuvo oportunidad de ver a grandes ídolos como Julio César Chávez, Erik Morales o Marco Barrera; sin embargo, menciona que William ‘Camarón’ Zepeda, considerado como la joya sin reflectores del boxeo mexicano, es su ejemplo a seguir.
¿Cuáles son los sacrificios para alcanzar una meta?
Lo que comenzó como un juego hace 6 años, al ponerse los guantes para ‘aventarse un tiro’ con un vecino, se volvió en la pasión de el ‘Diamante’ Gravos, para lo cual tuvo que hacer varios sacrificios personales.
“Me costó bastante sacrificio, desde que me empecé a meterme más a esto, dejé fiestas, la comida, me gusta bastante comer, las galletas, el pan, todo ese rollo, pero tuve que sacrificarlo para dar el peso, muchas cosas, salidas con amigos, me ha costado bastante pero no me arrepiento de haber dejado”, asegura.
Disciplina y mentalidad son claves para el éxito
Adrián comenzó viendo videos en YouTube para aprender los básicos del boxeo, de a poco, su objetivo fue claro, y aunque tuvo algunos tropiezos, su mente siempre estuvo enfocada en ser boxeador profesional, para lo cual trabajó física y mentalmente.
“A veces la parte mental es más importante, porque aunque tu cuerpo dice que no, tu mente hace que hagas un poco más, tengas un empujón, un round más. Y la gente que te acompaña, mi hermano menor siempre creyó en mí, él me motivaba y me hacía darme cuenta de cosas que yo no me daba cuenta, luego conocí a mi nutriólogo Giovanni Carrillo, y con el tengo una buena amistad y al igual es como mi psicólogo, me enseña cosas diferentes de la vida, me manda opciones de libros”, dice.
Y esa disciplina tuvo su recompensa, pues el debut profesional como boxeador llegó y fue un momento especial en su vida, el cual vivió de una manera especial.
“Fue una emoción que le pegó a mis sentimientos, cuando me enteré estaba emocionado porque había trabajado mucho para eso, pero no me sentía nervioso, incluso cuando me estaban vendando estaba tranquilo, cuando me puse los guantes empecé a sentirme inquieto, ya cuando salí me ganó la emoción porque bastante gente empezó a gritar mi nombre”, reconoce Adrián, quien espera ansioso su próximo combate profesional.