El Presupuesto de Egresos de 2022 relaja la disciplina presupuestaria, ya que abre la puerta a los déficits primarios, al endeudamiento, y además se queda corto para cubrir requerimientos en rubros como inversión, educación y salud, consideraron especialistas.
“La restricción presupuestaria se relaja con déficits primarios en 2021 y 2022 (de -0.4 y -0.3 por ciento respectivamente), pero debido a la presión al alza en algunos gastos se estima poco probable que en 2023 pueda regresar al superávit, como se espera”, señaló en entrevista Alejandra Macías, directora de investigación del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
Añadió que para el próximo año se relaja el discurso de no endeudamiento, debido a que se prevé un déficit primario, aunque no es muy grande. El endeudamiento para 2022 se está planteando en 3.2 por ciento del PIB, en cerca de un billón de pesos.
Esto se debe a la necesidad de recursos, sobre todo porque no se planteó una reforma fiscal, porque aún con la miscelánea están proyectando que los ingresos no van a ser suficientes, recalcó Macías.
Janneth Quiroz, subdirectora de Análisis Económico de Grupo Financiero Monex, expuso que el déficit primario planteado para 2022 apunta a que el nuevo secretario de Hacienda, Ramírez de la O, intenta con el PEF 2022 apoyar el crecimiento económico del país, algo que de alguna manera se criticó mucho el año pasado, cuando se tuvo una crisis bastante severa y no se observó ningún tipo de apoyo fiscal.
Explicó que este déficit lo que muestra es que a pesar de que la recuperación económica continúa, y con ello los ingresos, el Gobierno está dispuesto a gastar un poco más, pero no es algo que parezca un gasto desbordado, que eleve sustancialmente la deuda, ya que es un déficit bastante moderado, por lo que es una noticia positiva, porque la economía aún no alcanza los niveles previos a la pandemia.
“Es posible que para 2023 se plantee algo similar, siempre y cuando sea un déficit del tamaño que se está planteando, se debe tomar de manera positiva porque será un actor económico que contribuirá con un mayor gasto en la economía”, dijo.
Consideró que si el déficit se mantiene bajo control no sería un foco de alerta o que genere una aversión al riesgo entre los inversionistas, ya que sería bastante limitado o cercano a cero.
PEF se queda corto
Por otra parte, Macías, apuntó que se destaca mucho que el monto del PEF es récord, pero no es el mayor medido como porcentaje del PIB. En 2016 se alcanzó una cifra de 26.7 por ciento y en 2022 representará 25.1por ciento.
En tanto, el gasto de inversión se ubicará en 3.5 por ciento del PIB, mientras que entre 2014 y 2016 promedió 5.4 por ciento. Macías dijo que además el PEF se queda corto en la cobertura de gastos de educación y salud.
Reconoció que con los niveles actuales de gasto en salud será prácticamente imposible cumplir con la promesa presidencial de colocar a México con estándares similares de Suecia o Dinamarca.
“Mínimo para salud se necesitan dos puntos de gasto adicional del PIB; para educación otro punto, para infraestructura, para estar en niveles como los de 2016, que han sido los más altos de los últimos 10 años faltaría otro punto del PIB. Se necesitarían otros 4 puntos del PIB, pero ese dinero ya es muy difícil obtenerlo sin una reforma fiscal”, dijo.
Expuso que el PEF no alcanza porque también los gastos aumentan de la misma manera o más, por ejemplo, en México una mayor población está envejeciendo, y uno de los gastos que presiona las finanzas públicas es el de pensiones.