El 76 por ciento de los adultos en el mundo tenía en 2021 una cuenta bancaria, de alguna institución financiera o de un proveedor de dinero móvil, un incremento de 50 por ciento desde el promedio global de 51 por ciento reportado diez años atrás en 2011 en la base de datos de Global Findex 2021 del Banco Mundial, en donde se le atribuye a la pandemia del COVID-19, un impulso a la inclusión financiera en el mundo con un camino largo aún por recorrer al tener existir aún mil 400 millones de adultos no bancarizados que habitan en economías en desarrollo.
“La pandemia de COVID-19 movilizó aún más los esfuerzos de inclusión financiera en todo el mundo a través de varios mecanismos, incluidos los pagos de ayuda de emergencia que los gobiernos enviaron a cuentas bancarias y tarjetas de débito”, señala el informe presentado hoy desde Washington, D.C.
Durante las epidemias, más personas realizan transacciones a través de Internet, cuentas bancarias móviles y cajeros automáticos (ATM). Sin embargo, estos cambios no siempre persisten en el tiempo y la adopción digital tiende a concentrarse entre personas relativamente más jóvenes y ricas.
“Aunque los impactos a largo plazo de la pandemia de COVID-19 en los esfuerzos de inclusión financiera aún están por verse, los hallazgos sugieren una aceleración en la adopción de cuentas y pagos digitales penetración financiera sigue siendo diferente entre las economías avanzadas, en donde la bancarización es prácticamente universal”, señala el informe.
El promedio mundial es de un 76 por ciento de adultos con una cuenta bancaria; en las diez economías más desarrolladas la bancarización alcanza al 100 por ciento de su población adulta, en tanto que en economías en desarrollo es del 71 por ciento de la población y en América Latina el nivel es del 73 por ciento.
La pandemia también ha generado un mayor uso de los pagos digitales, dos terceras partes de los adultos de todo el mundo realizan o reciben pagos digitales, mientras que la proporción en las economías en desarrollo subió del 35 por ciento en 2014 al 57 por ciento en 2021. En economías de ingreso bajo y mediano (sin incluir a China), más del 40 por ciento de los adultos que realizaron pagos a comercios minoristas en tiendas o en línea con una tarjeta, un teléfono o Internet lo hicieron por primera vez desde el inicio de la pandemia.
“La creación de un entorno normativo propicio, la promoción de la digitalización de los pagos y la mayor expansión del acceso a cuentas y servicios financieros formales para las mujeres y los sectores pobres son algunas de las prioridades normativas para mitigar los reveses sufridos en materia de desarrollo a causa de las múltiples crisis actualmente en curso”, señaló David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial en la presentación del reporte.
La base de datos Global Findex, que se publica cada tres años, realizó un sondeo sobre cómo personas de 123 economías usaron los servicios financieros durante 2021. Debido a las restricciones de COVID-19 ese año, los datos de México se recopilaran este 2022 y se publicarán en 2023, precisa el documento.
Mujeres, el 54% de los no bancarizados
Las mujeres tienden a estar menos bancarizadas que los hombres, se estima que cerca de 742 millones de mujeres, -equivalentes al 13 por ciento de todos los adultos en el mundo y 54 por ciento de los no bancarizados-, no tienen una cuenta, según el Global Findex 2021. Sin embargo, desde su primera publicación en 2011, no se habían visto reducción en las disparidades de género en la tenencia de cuentas, lo que se traduce en mayor privacidad, seguridad y control del dinero para las mujeres.
Desde el último estudio de 2017, la disparidad presentó una disminución de 7 a 4 puntos porcentuales a nivel mundial y de 9 a 6 puntos porcentuales en los países de ingreso bajo y mediano.
Globalmente se estima que el 24 por ciento de los adultos no están bancarizados, el 62 por ciento de estos atribuyeron la falta de dinero como barrera para tener una cuenta y el 36 por ciento dijo que se debe a que los servicios financieros son muy caros, razón de mayor peso entre los adultos de América Latina, en donde fue la principal razón para el 60 por ciento.